miércoles, 4 de septiembre de 2024

Estamos todos en peligro

Última entrevista a Pier Paolo Pasolini, pocas horas antes de su asesinato


La siguiente entrevista tuvo lugar el sábado1 de noviembre de 1975, entre las cuatro y las seis de la tarde, pocas horas antes de que Pier Paolo Pasolini fuera asesinado. Al término de la conversación el periodista le preguntó si quería ponerle un título a su entrevista. Él lo pensó un poco, dijo que no tenía importancia, cambió de tema. "He aquí la semilla, el sentido de todo", dijo. "Vos no sabés quién está pensando en matarte ahora. Poné este título, si querés: Estamos todos en peligro" *.

*La entrevista fue realizada por Furio Colombo y publicada una semana después en el periódico La Stampa.

- Pasolini, en tus artículos y en tus escritos diste muchas versiones de lo que detestás. Abriste una lucha, solo, contra muchas cosas, instituciones, convicciones, personas, poderes. Para que sea menos complicado el discurso yo la voy a llamar "la situación" y vos sabrás que quiero hablar de la escena en contra de la cual luchás. Ahora te hago esta objeción. La "situación", con todos los males que decís, contiene todo lo que te permite ser Pasolini. Quiero decir: tuyo es el mérito y el talento. ¿Pero los instrumentos? Los instrumentos son de la "situación". Editorial, cine, organización, hasta los objetos. Pongamos que el tuyo sea un pensamiento mágico: hacés un gesto y todo eso que detestás desaparece. Todo. ¿Y vos? ¿No te quedarías solo y sin medios? Quiero decir medios expresivos...

- Sí, entendí. Ese pensamiento mágico no sólo lo intento sino que lo creo. No en el sentido de médium sino porque sé que golpeando siempre sobre el mismo clavo puede derribarse una casa. Un buen ejemplo lo da la extrema izquierda, cuatro gatos que logran mover la conciencia de un país. A gran escala, el mejor ejemplo proviene de la historia. El rechazo fue siempre un gesto esencial. Los santos, los ermitaños, también los intelectuales. Los pocos que hicieron la historia son los que dijeron no, nunca los cortesanos. El rechazo, para funcionar, debe ser grande, total -no sobre este o aquel punto-, absurdo -no de sentido común. Eichmann, amigo, tenía mucho sentido común. ¿Qué le faltó? Decir no, pero decir no cuando estaba en lo alto, cuando lo que hacía era sólo burocracia. A lo mejor incluso habrá dicho a los amigos: a mí ese Himmler no me gusta. Habrá murmurado como se murmura en los editoriales, en las redacciones, en el mundo del amiguismo y en la televisión. O también se habrá rebelado porque este o aquel tren se paraba una vez al día para las necesidades y el pan y el agua de los deportados, cuando hubieran sido más funcionales o más económicas dos paradas. Pero nunca bloqueó la maquinaria. Entonces los problemas son tres. Cuál es, como decís vos, "la situación", por qué se debería pararla o destruirla y cómo. 

 - Eso es, describí "la situación". Sabés perfectamente que tus intervenciones y tu lenguaje tienen el efecto del sol que atraviesa el polvo. Es una imagen bella, pero se entiende poco. 

- Gracias por la imagen del sol, pero pretendo mucho menos. Pretendo que mires a tu alrededor y te des cuenta de la tragedia. ¿Cuál es la tragedia? La tragedia es que ya no somos seres humanos, somos extrañas locomotoras que chocan unas contra otras. Y nosotros, los intelectuales, miramos el horario de trenes del año pasado o de hace diez años y decimos: qué raro, esos dos trenes no pasan por ahí, ¿cómo es que chocaron? O el maquinista se volvió loco o es un criminal aislado o se trata de un complot. El complot, sobre todo, nos gusta hasta el delirio. Nos libera de todo el peso de enfrentarnos solos a la verdad. ¡Qué bien si mientras nosotros estamos aquí charlando alguno en el sótano está haciendo planes para deshacerse de nosotros! Es fácil, sencillo, es la resistencia. Perderemos algunos compañeros y después nos organizaremos y sacaremos de en medio a los otros, ¿no te parece? Yo sé que cuando dan en televisión ¿Arde París? todos están frente el televisor con lágrimas en los ojos y unas ganas locas de que la historia se repita, bella, limpia. Un efecto del tiempo es que lava las cosas, como las fachadas de las casas. Simple; yo acá, vos allá. No hagamos bromas con la sangre, el dolor o la fatiga que la gente pagó entonces por elegir. Cuando estás con la cara aplastada contra aquel momento de la historia, elegir es siempre una tragedia. Pero, admitámoslo, era más sencillo. El hombre normal consigue rechazar al fascista de Salò o al nazi de las SS con la ayuda del valor y de la conciencia. Pero ahora no. Uno se te acerca vestido de amigo, es gentil, cortés y colabora -pongamos que en la televisión- por ir tirando o porque no es un delito. El otro te sale al encuentro o se te echa encima con sus chantajes ideológicos, sus sermones, sus prédicas, sus anatemas, y sentís que también son amenazas. Desfilan con banderas y consignas, pero ¿qué los separa del poder?

- ¿Qué es el poder, según vos, dónde está, dónde se encuentra, cómo lo sacás de su madriguera?

- El poder es un sistema de educación que nos divide en sojuzgados y sojuzgadores. Pero cuidado: un mismo sistema educativo nos forma a todos, desde las llamadas clases dirigentes hasta los pobres. Por eso todos quieren las mismas cosas y se portan de la misma manera. Si tengo en las manos una gerencia o una operación financiera, los uso. Si no lo tengo, uso una barra de hierro. Y cuando uso una barra de hierro hago uso de mi violencia para obtener lo que quiero. ¿Por qué lo quiero? Porque me dijeron que es una virtud quererlo. Soy asesino y soy bueno.

- Te acusaron de no distinguir política e ideológicamente, de haber perdido el sentido de la diferencia profunda que tiene que haber entre fascistas y no fascistas, por ejemplo entre los jóvenes.

- Por eso te hablaba del horario de trenes del año pasado. ¿Nunca viste esas marionetas que hacen reír tanto a los chicos porque tienen el cuerpo para un lado y la cabeza para otro? Me parece que Totò hacía un truco parecido. Así veo yo la inmensa tropa de intelectuales, sociólogos, expertos y periodistas de las intenciones más nobles: las cosas suceden acá y la cabeza mira hacia allá. No digo que no exista el fascismo. Digo: dejen de hablarme del mar mientras estamos en la montaña. Este es un paisaje distinto. Aquí existe el deseo de matar. Y este deseo nos ata como hermanos siniestros de un fracaso siniestro de todo un sistema social. También a mí me gustaría que todo se resolviese con aislar a la oveja negra. Yo también veo las ovejas negras. Veo muchas. Las veo todas. Éste es el problema, ya se lo dije a Moravia: por la vida que llevo pago un precio... Es como alguien que baja al infierno. Pero cuando vuelvo -si es que vuelvo- vi otras cosas, más cosas. No digo que tengan que creerme. Digo que tiene que cambiar continuamente de discurso para no enfrentarse a la verdad.

- ¿Y cuál es la verdad?

- Siento haber usado esta palabra. Quería decir evidencia. Dejá que ponga otra vez las cosas en orden. Primera tragedia: una educación común, obligatoria y equivocada que nos empuja a todos a la competición por tenerlo todo a toda costa. A esta arena nos empuja como una extraña y oscura armada en la que unos tienen los cañones y otros tienen las barras de hierro. Entonces, una primera división, clásica, es "estar con los débiles". Pero yo digo que en cierto sentido todos son débiles porque todos son victimas. Y todos son culpables porque todos están listos para el juego de la masacre con tal de tener. La educación recibida fue tener, poseer, destruir.

- Entonces dejá que vuelva a la pregunta inicial. Vos, mágicamente anulás todo. Pero vivís de los libros, y necesitás inteligencias que lean. Es decir, consumidores educados del producto intelectual. Hacés cine y necesitás disponer no sólo de grandes salas, por lo general tenés mucho éxito popular, sos consumido ávidamente por tu público, pero también disponés de una gran maquinaria técnica, organizativa, industrial que hay en el medio. Si sacás todo eso, con una especie de monaquismo mágico de tipo paleocatólico y neochino, ¿qué te queda?

- A mí me queda todo, o sea, yo mismo, seguir vivo, estar en el mundo, ver, trabajar, comprender. Hay cientos de maneras de contar las historias, de escuchar las lenguas, de reproducir los dialectos, de hacer el teatro de títeres. A los otros les queda mucho más. Pueden plantarse, cultos como yo o ignorantes como yo. El mundo se hace grande, todo pasa a ser nuestro y no tenemos que usar ni la bolsa, ni la gerencia ni la barra de hierro para depredarnos. Mirá, en el mundo que muchos de nosotros soñábamos estaba el patrón infame con sombrero de copa y los bolsillos llenos de dólares y la viuda demacrada que pedía justicia con sus niños. El buen mundo de Brecht, en suma.

- Es como decir que sentís nostalgia por aquel mundo.

- ¡No! Tengo nostalgia de la gente pobre y verdadera que peleaba para derribar a aquel patrón sin convertirse en aquel patrón. Como estaban excluidos de todo, nadie los había colonizado. Yo tengo miedo de estos rebeldes idénticos al patrón, los saqueadores que quieren todo a toda costa. Esta oscura obstinación en la violencia total no deja ver ya de qué signo sos. A cualquiera que lleven al hospital al final de su vida le interesa más -si tiene todavía un soplo de vida- lo que tienen que decir los médicos sobre sus posibilidades de vivir que lo que le puedan decir los policías sobre la mecánica del delito. Me parece que hemos definido lo que vos llamás la situación. Es como cuando en una ciudad llueve y se desbordan las alcantarillas. El agua sube, es un agua inocente, agua de lluvia, no tiene ni la furia del mar ni la maldad de las corrientes de un río. Pero por la razón que sea no baja, sube. Es el mismo agua de lluvia de muchos versitos infantiles y de la musiquita de "Cantando bajo la lluvia". Pero sube y te ahoga. Si llegamos a este punto, yo digo: no perdamos el tiempo en poner una etiqueta aquí y otra allá. Veamos cómo se destapa esta maldita bañera, antes de que nos ahoguemos todos.

- Y vos, por eso, querrías que todos fuesen pastorcitos sin enseñanza obligatoria, ignorantes y felices.

- Dicho así sería una estupidez. Pero la llamada enseñanza obligatoria fabrica a la fuerza gladiadores desesperados. La masa se hace más grande, como la desesperación, como la rabia. Admitamos que yo estuve fuera de tono, aunque no lo creo. Decime otra cosa. Se entiende que añoro la revolución pura y directa de la gente oprimida que tiene el único objetivo de hacerse libre y dueña de sí misma. Se entiende que me imagino que pueda todavía llegar un momento así en la historia italiana y en la del mundo. Lo mejor de lo que pienso podrá hasta inspirarme uno de mis próximos poemas. Pero no lo que sé y lo que veo. Quiero decir con toda franqueza: yo bajo al infierno y sé cosas que no molestan la paz de otros. Pero presten atención. El infierno está subiendo también entre ustedes. Sus ganas, su necesidad de golpear con la barra de hierro, de agredir, de matar, es fuerte y es general. No será por mucho tiempo la experiencia privada y peligrosa de quien, cómo decirlo, tocó la vida violenta. No te hagas ilusiones. Ustedes, con la escuela y la televisión son los grandes conservadores de este orden horrendo basado en la idea de poseer y en la idea de destruir. Dichosos ustedes que se quedan tan felices cuando pueden poner una etiqueta apropiada al crimen. A mí esta me parece otra de las muchas operaciones de la cultura de masas. Como no podemos impedir que pasen ciertas cosas, nos tranquilizamos encasillándolas.

- Pero abolir tiene que decir a la fuerza crear, si no también sos un destructor. Los libros por ejemplo, ¿qué será de ellos? No quiero hacer el papel de quien se angustia más por la cultura que por la gente. Pero esta gente salvada en tu visión de un mundo diferente ya no puede ser primitiva. Si no queremos utilizar frases hechas, una indicación sin embargo tiene que existir. Por ejemplo, en la ciencia ficción, como en el nazismo, se queman siempre los libros como gesto inicial de exterminio. Cerradas las escuelas, clausurada la televisión, ¿cómo animás tu belén?

- Creo haberme explicado ya con Moravia. Cerrar en mi lenguaje quiere decir cambiar. Cambiar pero de modo tan drástico y desesperado como drástica y desesperada es la situación. Lo que impide un verdadero debate con Moravia, pero sobre todo con Firpo, por ejemplo, es que parecemos personas que no ven la misma escena, que no conocen a la misma gente, que no escuchan las mismas voces. Para ustedes una cosa ocurre cuando es una crónica, hecha, maquetada, editada y titulada. ¿Pero qué hay abajo? Acá falta el cirujano que tenga el coraje de examinar el tejido y de decir: señores, esto es cáncer, no una cosita benigna. ¿Qué es el cáncer? Es una cosa que cambia todas las células, que las hace crecer todas de forma enloquecida, fuera de cualquier lógica precedente. ¿Es un nostálgico el enfermo que sueña con la salud que tenía antes, aunque antes fuera un estúpido y un desgraciado? Antes del cáncer, digo. Es decir, antes de todo será necesario hacer no sólo un esfuerzo para tener la misma imagen. Yo oigo a los políticos con sus formulismos, todos los políticos, y me vuelvo loco. No saben de qué país están hablando, están tan lejos como la luna. Y los literatos. Y los sociólogos. Y los expertos de todos tipo.

- ¿Por qué pensás que para vos ciertas cosas están más claras?

- No quisiera hablar más de mí, quizás hablé incluso demasiado. Todos saben que mis experiencias las pago personalmente. Pero están también mis libros y mis películas. Quizás soy yo quien se equivoca. Pero sigo diciendo que estamos todos en peligro.

[Al día siguiente, domingo, el cuerpo sin vida de Pasolini estaba en la morgue de la policía de Roma].

jueves, 11 de abril de 2024

Neil Young: "Estoy aquí por la música"

A sus 77 años, el cantante canadiense estrena Worl Record, su 42° disco en estudio 

Poco después de las 11, el viejo llega con unos minutos de retraso y sonríe pidiendo unos minutos más: "Tengo unos huevos en camino", explica. Luego se acerca al piano en la esquina de la habitación. Tan pronto como sus manos tocan las teclas, la melodía que llena la habitación es quebrada, juguetona, hermosa, inconfundiblemente suya, como si estuviera firmando su nombre en una pizarra: Neil Young está en el edificio.

Ese edificio es el estudio Shangri-La de Rick Rubin, en lo alto de una colina con vistas a la playa de Zuma. Hoy Neil Young viste franela oscura, jeans gris oscuro y cómodas zapatillas para caminar, y un sombrero negro sobre su largo y fino cabello gris. El alfiler en la banda del sombrero dice "CANADÁ". Huele como si alguien tuviera parte de un porro en el bolsillo. Tiene 77 años menos una semana y, visto de perfil, parece el retrato que usarían si pusieran la cara de Neil Young en la cara de una moneda. Tiene los mismos ojos salvajes de siempre, la misma sonrisa de bombardero.

Young no ha vivido en Malibú desde 2018, cuando él y su esposa Daryl Hannah perdieron su casa en el incendio de Woolsey. Pero el lugar está muy presente en su mitología. Pasó un tiempo aquí en la década de 1960, con Buffalo Springfield; él y Crazy Horse grabaron el notable Zuma aquí en 1975. En ese momento, Shangri-La era el estudio y la casa club de la banda y, cuando Young vivía a solo unos minutos de PCH en Sea Level Drive, ocasionalmente pasaba por allí para quedarse juntos y tocar. (Hasta donde todos saben, nada de esto fue grabado, lo que puede sugerir lo bien que lo pasaron todos).

Young y Rubin (que compraron Shangri-La en 2011) han sido amigos durante años y han grabado juntos antes, pero el nuevo World Record, el álbum de estudio número 42 de Young, que sale esta semana, es el primer lanzamiento de Young que tiene a Rubin como productor. Rubin describe su participación como una feliz coincidencia. "Se suponía que debía estar en el otro lado del planeta grabando otro proyecto y el universo puso obstáculos para evitar que eso sucediera", dijo Rubin en una entrevista por correo electrónico. "Neil me llamó justo cuando mis planes de viaje cambiaron. Intervención divina".

Cuando se presenta el momento, lo sigues: este siempre ha sido el camino de Neil y sigue siéndolo. La mayoría de las canciones de World Record le llegaron a Young mientras paseaba a sus perros en Colorado el invierno pasado. "Fue increíble porque caminaba sin pensar en nada" dice Young. "Cada día había una nueva melodía. Salía del aire, y eso es inusual". Capturó los primeros demos usando la "pequeña y divertida cámara pixelada" de su teléfono plegable y luego escribió la letra, rápidamente, en aproximadamente dos días.

Cuando él y los miembros de Crazy Horse (el bajista Billy Talbot, el baterista Ralph Molina y el guitarrista Nils Lofgren) se reunieron en el Shangri-La, Young compartió sus demos con la banda a través de una serie de llamadas. Pero llegó sin ideas preconcebidas sobre cómo debería sonar el disco. "Las canciones llevaron a Neil a donde quería ir, puedes escucharlo", dice Rubin, quien señala que la grabación tomó alrededor de tres semanas, pero la mayoría de las tomas que terminaron en el álbum se hicieron en la primera semana.

Como ocurre con muchos de los álbumes de Young del siglo xxi, desde The Monsanto Years de 2015, que criticaba la agroindustria, hasta Colorado de 2019, el tema general es el medio ambiente, cuya difícil situación preocupa a Young más que nunca. Pero esta vez canta sobre más de lo que podría ser posible: cielos despejados, agua limpia, un mundo sin guerra. Hace toda una vida, la burla de Young anticipaba el punk; a sus 80 años se atreve a soñar con una humanidad unida y una naturaleza que cura, como si el tiempo no le hubiera privado de nada, salvo de su cinismo.

 

- Dijiste que este álbum comenzó con canciones que te encontrabas silbando mientras caminabas por el campo. ¿Dónde?

- En una caminata que hacía todos los días, tres o cuatro millas, en las Montañas Rocosas, a aproximadamente 8000 pies, en la nieve.

- ¿Tenías algún destino en particular?

- Teníamos una especie de punto final, porque alguien me encontraría allí y había un tiempo aproximado en el que probablemente llegaría: si no lo hacía, vendrían a buscarme. Teníamos un plan.

- ¿Sucede a menudo que te vienen a la mente canciones cuando no tienes un instrumento en la mano?

- No tengo un método. Cuando eso sucede, dejo de hacer todo lo demás. Pase lo que pase, si tengo una melodía en mi cabeza que no desaparece, encuentro una manera de dejarla. Para mí es un regalo que no puedo ignorar.

- ¿Pero era inusual encontrar de repente todas estas canciones a la vez?

- Ni siquiera lo pensé. Salieron con tanta naturalidad... Es casi como si alguien más las hubiera escrito. Como si lo hubiera hecho un escritor fantasma. Y nunca lo cuestioné. Tenía todas las melodías y luego, alrededor de la luna llena de abril, en dos días, escribí todas las letras. Y nunca cambié nada. Ni un signo de puntuación, ni una palabra, nada. Es muy inusual.

- Lo curioso es que, incluso si las creaste de una manera deliberadamente azarosa, hay una cohesión temática en estas canciones. Una vez hiciste un disco llamado Living With War, esto podría llamarse Vivir con el Cambio Climático. ¿Es eso todo lo que tienes en mente estos días?

- Tengo muchas cosas así en mi cabeza. Mucha gente dice que estamos en el fin de nuestra civilización. Lo siento muy fuerte a mi alrededor. El clima está cambiando tan rápido... Ni siquiera nos damos cuenta de lo rápido que está sucediendo. Y creo que esa es la raíz de gran parte de la ira que sentimos. Todo es miedo. No creo que tengamos miedo de que ciertas personas entren y destruyan las vidas de los blancos. Creo que todo el mundo tiene miedo de lo mismo: de lo que está pasando en el planeta. Por eso me gusta la idea de que todos se den cuenta de esto y se unan. Me imagino a los líderes mundiales hablando juntos en el mismo escenario, contándole al mundo lo que está sucediendo. Dejemos de competir entre nosotros e intentemos salvar nuestros propios culos y salvar el planeta.

- Eso es lo interesante de este disco. Hay muchos motivos para ser cínico y pesimista sobre este tema, pero cantá a la esperanza.

- Oh, sí, siento mucha esperanza. Las cosas podrían cambiar rápidamente. Pero debemos dar un paso atrás y amar la tierra en todas las formas que podamos. Los coches eléctricos son algo bueno pero no son la solución. La mayor causante al cambio climático es la agricultura industrial. Tenemos mucha gente, pero no necesitamos utilizarla para alimentarla. Los utilizamos para hacer una fortuna en nutrición. En lugar de amontonar cerdos unos encima de otros en un edificio de metal con ventiladores y antibióticos para comer salchichas Oscar Mayer, debemos dejar que los cerdos salgan, caminen y hagan agujeros en la tierra con sus patas. Entonces cuando llueve, se forman pequeños agujeros y el agua se mete. Hay muchas razones por las que esto ayudaría. Y luego los cerdos orinan por todas partes. Eso también termina en la tierra. Entonces en lugar de tener tierra estéril, metes la mano en ella y hay gusanos. Está viva. Estamos haciendo todo al revés porque pensamos que podríamos hacer una fortuna. Y hicimos una fortuna. Pero ahora tenemos que pagar los atrasos.

- Cumplirás 77 años en aproximadamente una semana. Parecés más un hippie que cuando tenías 22 años.

- Lo tomaré como un cumplido. Sólo tenemos que hacer lo más natural. Y este es precisamente el significado de World Record. Si avanzamos juntos, podremos lograrlo. Ésta es la fuerza que nunca hemos ejercitado.

-Ya sea con la agricultura industrial o con todo el trabajo que realizaste para respaldar la música digital de alta resolución, parece que estás tratando de hacer que la gente comprenda la misma verdad: que las ganancias a corto plazo tienen consecuencias de largo alcance. Con lo digital, se trataba de sacrificar la calidad del sonido para vender más iPods y iPhones...

- Hay 5.000 canciones en ese dispositivo y todas suenan como la mierda. Cada una de ellas. Porque tienes menos del 5% de los datos necesarios para escucharlos. En analógico cada parte del sonido estaba presente. Eso es lo analógico. No se divide en trozos pequeños. Es malo lo que ha hecho lo digital. Feo.

Neil Young, Malibu, 1967

- No quiero ponerme morboso, pero estás a punto de cumplir 77 años. Si ocurriera uno de estos cambios, ¿crees que estarías aquí para verlo?

- La vida es algo extraño. No puedo saberlo. Estoy feliz de estar aquí hoy y sé que en algunos aspectos no soy tan sólido como solía ser. Sin embargo, en otros aspectos soy más sólido que antes. Una parte de mí dice que ya no quiero hacer más giras. No tengo ganas ahora. Pero por otro lado, ¿y si quisiera? Así que por el momento no tengo ideas al respecto. Pero si tuviera que hacer una gira, sólo iría a lugares que sirvan comida de granjas locales. Yo sé esto. Estoy trabajando con algunas personas para intentar hacer eso, pero aún no sucedió. Así que no lo haré hasta que suceda. Y tal vez para entonces ya no quiera hacerlo más. Podría hacer otra cosa. Acabo de escribir otro libro. Lo estoy editando ahora. Su nombre es Canarias.

- ¿Es esta tu novela de ciencia ficción?

- Sí. Trabajé en ello durante un año y medio. Es tan grande. Ni siquiera puedo describirlo.

- Durante la última década publicaste mucha música inédita: dos cajas de Neil Young Archives y más, así como algunos álbumes auténticos que nunca habían visto la luz. Al preparar este material para su publicación, ¿qué aprendiste sobre vos o tu trabajo?

- Me alegro de haber seguido moviéndome. No pude terminar algunas cosas porque estaba ocupado con otra cosa.

-Cuando dejabas las cosas a un lado, ¿era esa la razón?

- Generalmente es porque me distraje con algo nuevo. Pero a veces no quería publicarlos porque sentía que eran demasiado míos y no quería que salieran en ese momento de mi vida. Este fue el caso de Toast [grabado en 2000 y 2001, inédito hasta julio de este año]. Y es sutil. Puedes escuchar Toast y no darte cuenta de lo que estaba pasando. Pero Toast fue un disco muy personal para mí y no lo publiqué durante mucho tiempo. Hay más de este tipo en los archivos. Tengo algo genial por delante, probablemente el año que viene, llamado Mirrorball Live, con Pearl Jam. Hay una película y un álbum. Y otros que no recuerdo. Estoy preparando la lista para el Volumen IV de los Archivos. El Volumen III fue completado y está en producción.

 

- Me aconsejaron que no me detenga demasiado en esto, pero también está a punto de publicarse una edición del 50 aniversario de Harvest.

- Ya. Pasaron cincuenta años desde que hice ese disco.

- Una vez escribiste que Harvest, y en particular “Heart of Gold”, te pusieron “en medio del camino”. ¿Aún lo crees?

- Bueno, el éxito de ese disco... Harvest fue un buen disco, pero no fue mejor que muchos otros. Fue sólo otro disco. Hay otros que son mucho más convincentes. Pero era su momento. Todos estaban listos para hacer Harvest, yo hice Harvest y luego, vaya, mirá lo que pasó. Pero luego seguimos adelante. Tuve que alejarme, eso no es lo que quiero ser.

- Hiciste Harvest Time, el documental que acompaña la nueva reedición de Harvest. ¿Cómo fue verte a tus 26 años siendo entrevistado mientras grababas el disco? ¿Reconociste a ese chico? ¿Sus respuestas, sus pensamientos?

- Algunos. Yo era muy joven, apenas me daba cuenta de lo que estaba pasando en mi vida. Y acababa de tener amor a primera vista. Acababa de estrenar After The Gold Rush, estaba haciendo Harvest y estaba haciendo una película. Entonces estaban sucediendo muchas cosas. Pero es sólo otro disco. Creo que la película cuenta una buena historia sobre la vida en esa época. Y están todos ahí. Está Carrie Snodgress, la mamá de mi hijo Zeke. También está Jack Nitzsche. Todos los Stray Gators  – Tim Drummond, Kenny Buttrey, Ben Keith – están todos ahí. Elliot Mazer, el productor, también está. Esta gente ya no está acá. Todos los que acabo de mencionar.

- ¿Qué efecto tiene darse cuenta de esto?

- No lo sé. No sé qué pensar. A todos les pasará, tarde o temprano. Entiendo que puedo doblar la esquina y me puede pasar algo, pero no pienso en eso. Quiero disfrutar el día e ir a nadar esta tarde. Me caí mientras caminaba hace unas tres semanas y media y me lastimé la rodilla. Y todavía se está curando. Así que quiero meterme en la piscina, usar mi rodilla y ver si funciona.

- Dejaste de fumar marihuana cuando escribiste tu primer libro, Waging Heavy Peace.

- Sí, pero luego comencé a fumar de nuevo. Y luego paré de nuevo. Lo tengo mucho más claro cuando no fumo.

- Dejar de fumar no parece haber afectado su productividad. ¿Influye en tu arte?

- No lo creo. Me gusta el arte cuando estoy colocado. Es gracioso. Es lo mejor. La marihuana existe por una razón. O no está aquí sólo porque no es bueno. Y ya está en las tiendas, si eso significa algo. Casi nunca voy a esas tiendas, porque hay que identificarse y yo no puedo hacer eso. Pero puedo conseguirla. Está por ahí.

- Sí, imagino que ha pasado un tiempo desde que tuviste que preocuparte por eso.

- No tengo ningún problema con eso. No hay ningún problema. Siempre puedo llamar a Willie. ¿No es genial Willie Nelson? Cumplirá 90 años. El año que viene hará un concierto por su cumpleaños. Voy a estar ahí.

- ¡Y todavía suena!

- Suena grandioso. Willie es como una flor. Crece y cambia continuamente.

- A principios de este año eliminaste tu música de Spotify porque creías que era cómplice de la difusión de información errónea sobre las vacunas.

- Sí, es verdad.

- Muchos señalaron en ese momento que tanto vos como Joni Mitchell, que también sacó su música de Spotify, eran sobrevivientes de la polio, una enfermedad que fue erradicada en gran medida gracias a las vacunas. ¿Esto hizo que la decisión fuera más personal para vos?

- Lo que me molestó fue escuchar a los médicos hablar de cómo la gente moría debido a la desinformación, y una de las principales fuentes fue este programa en Spotify. Me desperté y llamé a mi managermanager y le dije: "Frank, saca mis cosas de Spotify". Y todos pensaron que era una broma. Pero poco después se dieron cuenta de que no era así. Me da igual que la mitad de mis ingresos por streaming provengan de Spotify. O mejor dicho, venían. Ahora vienen de otros lugares, porque la gente todavía tiene que tener la música. Dondequiera que lo escuches, suena mejor.  Podés decir lo que quieras de la gente que trabaja en los almacenes y todo eso. La cuestión es que está poniendo en el mercado música digital de alta resolución. Es bueno para la música. Estoy aquí por la música.

- Creo que siempre se trata de descubrir dónde trazar la línea, ¿verdad?

- Sí, es verdad. O cambiar dónde está.


Entrevista realizada por Alex Pappademas para Los Angeles Times.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Rompecabezas Wittgenstein: "Incapaz de pronunciar la única palabra redentora"

por Oscar Alberto Cuervo

Todo lo que puede decirse, puede decirse claramente. De lo que no se puede hablar, se debe guardar silencio. Resulta curioso, pero estas frases provienen del Tractatus Logico-philosophicus, un libro hermético y desconcertante, fuente del mayor equívoco de la filosofía del siglo XX: los positivistas lo erigieron como su libro sagrado, sin haberlo comprendido, precisamente por no haberlo comprendido. Su autor, Ludwig Wittgenstein -que pudo haberse dedicado a la ingeniería aeronáutica o haberse suicidado a los 20 años, pero no- persiste como enigma, a pesar suyo. Lo que nos da que pensar es su silencio.

Pudo haberse suicidado como lo hicieron tres de sus nueve hermanos. Hijo menor de una familia de la alta burguesía austríaca de origen judío, Wittgenstein nació en Viena el 26 de abril de 1889, bajo el signo de Tauro. Su padre era un capitán de la industria metalúrgica que destinaba una parte de su fortuna al mecenazgo de artistas como el pintor Gustav Klimt, el escultor Auguste Rodin o el músico Gustav Mahler, pero no respetaba otra profesión que la de ingeniero. Sobre todo, le disgustaba que sus hijos tuvieran inclinaciones artísticas, como las que manifestaron Hans y Rudolf, quienes, además, eran homosexuales declarados. Los hermanos mayores de Ludwig no fueron capaces de soportar las presiones paternas: lo cierto es que se suicidaron poco después de cumplir los 20 años. Ludwig estudió ingeniería aeronáutica y estuvo varias veces al borde del suicidio, tal vez atormentado por la culpa que le producía su a duras penas velada homosexualidad, o quizás por su desbocada sed de absoluto. El temple de Wittgenstein penduló siempre entre la sorda desesperación y la experiencia de un amparo invulnerable. Para esta guerra no tuvo palabras.

Como técnico, pronto se destacó en el diseño de una hélice de propulsión por reacción. El tema lo obsesionó y, sin proponérselo, desde las conjeturas físicas fue deslizándose hacia los fundamentos de las matemáticas y de ahí hacia la filosofía. En 1908 llegó a sus manos un libro de Bertrand Russell, Los principios de las matemáticas. Wittgenstein decidió escribirle una carta a su autor.

El novio del átomo

El techo es blanco, la cama es de madera, las sábanas son azules y esta mano tiene cinco dedos. Así sucesivamente. La realidad es una colección de hechos simples que son descriptibles por medio de proposiciones igualmente simples. A cada hecho le corresponde una proposición. "El techo es blanco" es una proposición verdadera si y sólo si el techo es blanco. El lenguaje es una figura de la realidad. La realidad y el lenguaje tienen la misma forma. Ambos pueden descomponerse hasta llegar a sus elementos simples -o atómicos- que los componen. El todo es la suma de las partes (la cama es de madera, las sábanas son azules, etc.). La realidad no es ambigua ni contradictoria, nuestra forma de hablar de ella puede serlo a veces. Pero para solucionar eso (para curar esa enfermedad del habla) está la filosofía. Ella tiene que determinar con claridad la forma lógica del lenguaje para erradicar las contradicciones. Tiene que purgar las ambigüedades y las vaguedades en el uso de los términos para figurar los hechos con precisión. Tiene que mostrar que la mayoría de los problemas planteados por la filosofía tradicional son pseudo-problemas originados por un mal uso del lenguaje. Si la filosofía logra esto -y está en vías de lograrlo-, entonces el lenguaje y el pensamiento humanos conquistarán la precisión del cálculo matemático (esta mano tiene cinco dedos, etc.). El resto es silencio.

El párrafo anterior describe el programa del atomismo lógico, el proyecto filosófico puesto en marcha por el filósofo inglés Bertrand Russell hace ya más de un siglo y continuado por el Círculo de Viena en los años 20 del siglo pasado. Aún hoy es el pensamiento dominante de los departamentos de filosofía de aquí, allá y de todas partes. En realidad estas tesis pasan en limpio el craso sentido común, al que tratan de formalizar. La filosofía clara de una época oscura. Es más fácil resumir este programa en quince renglones que consumarlo en sus articulaciones y detalles. A Russell y acólitos les llevó décadas el intento y en el camino se encontraron con paradojas aún no resueltas, tal vez insalvables. ¿Falta mucho para llegar a las verdades simples y precisas (el techo es blanco, las sábanas son azules, etc.)? El desafío fue una tentación que Wittgenstein no pudo o no quiso evitar. En 1908 encontraba un fundamento sólido para seguir viviendo o se mataba.

Dos potencias se saludan

El encuentro de Russell y Wittgenstein en Cambridge resultó decisivo para los dos. En 1911 Russell era, a sus 40 años, una autoridad académica cuyas tesis sobre filosofía de las matemáticas eran estudiadas en todo el mundo; estaba trabajando para concretar el objetivo de máxima de la metafísica occidental: demostrar que la realidad es enteramente representable por el lenguaje proposicional de sujeto y predicado; es decir: por la ciencia. (Una metafísica, digamos, que ni siquiera se reconoce como tal). Wittgenstein era un estudiante de 22 años inadaptado, de vocación no del todo definida y con serios problemas anímicos. Así lo vio Russell en sus primeros encuentros:

"Mi amigo alemán amenaza ser un suplicio. Después de mi clase me acompañó a mi casa y estuvo discutiendo conmigo hasta la hora de la cena; lo hacía de un modo testarudo y extravagante, aunque me parece que no es nada estúpido".

Wittgenstein tenía que tomar una decisión: o dedicaba su vida a la aeronáutica o la dedicaba a la filosofía. Le fue a preguntar a Russell si veía en él algún talento filosófico porque si así no fuera estaba dispuesto a abandonar para siempre esa vocación. Russell le dijo que no estaba seguro de sus reales aptitudes pero, después de leer un ensayo que Wittgenstein le acercó, se convenció de su talento excepcional y lo alentó a seguir. En sus memorias, Russell lo recuerda así:

"Fue el ejemplo más perfecto de genio que encontré en mi vida: apasionado, profundo, intenso y dominante... Cada medianoche me visitaba y durante tres horas, sumido en un nervioso silencio, se movía de un lado para otro como un animal salvaje. Una vez le pregunté: '¿Usted está pensando sobre lògica o sobre sus pecados?'. 'Sobre las dos cosas' me contestó y siguió moviéndose por la habitación. Yo no quería mencionarle que ya iba siendo hora de acostarse, porque temía que se fuera a suicidar si lo hacía ir'".

La relación entre maestro y discípulo fue mutando con el correr del tiempo. Wittgenstein se tomaba las tesis del atomismo lógico como una obsesión personal, con su incapacidad tan característica para ponerle límites a su inquietud que lo obligaba a perseguir una idea hasta extraer las últimas consecuencias y descubrir los puntos débiles de cualquier argumentación. Ludwig concordaba, en principio, con el programa científico de Russell, pero encontraba serios inconvenientes en el concepto de representación; esto es: en la capacidad del lenguaje para hacer referencia a los hechos. ¿Cómo es posible que haya una concordancia entre una proposición simple y un hecho? ¿Hay en nuestra experiencia 'hechos simples'? Las proposiciones negativas, como por ejemplo "vos no estás aquí", ¿se refieren a hechos negativos? ¿a "no hechos"? ¿Tiene algún sentido hablar de un hecho negativo - un "no estás"-? ¿o los hechos son simplemente lo que son? ¿Cuál es el sentido entonces de una proposición negativa? ¿Y qué pasa con una proposición general, como por ejemplo "todos los metales se dilatan con el calor"? ¿Se refiere, en razón de la infinidad de hechos a los que alude, a algo real, a una infinitud real de hechos? ¿O es sólo una manera de hablar?

Los cuestionamientos a Russell se fueron haciendo cada vez más duros, hasta bordear la violencia. Ludwig le dijo que estaba totalmente equivocado, que él ya había ensayado recorrer ese camino hasta convencerse de que no conducía a ninguna parte. Las críticas hicieron tambalear a Russell. Años después, el filósofo inlgés reconocería que el encuentro con Wittgenstein fue "un acontecimiento importantísimo en mi vida, que afectó todo lo que hizo desde entonces. Vi que él tenía razón y que yo no podría hacer ya ninguna tarea fundamental en la filosofía". De hecho, Russell no produjo ya grandes novedades en su pensamiento filosófico después de cruzarse con Wittgenstein y, a pesar de que vivió hasta los 98 años, sus intereses se fueron desplazando cada vez más hacia la causa pacifista, los derechos humanos y el feminismo.

La distancia entre ambos aumentó hacia 1914, no sólo por razones filosóficas: sus actitudes de vida eran totalmente opuestas. Russell era un librepensador, un antirreligioso que se burlaba de los escrúpulos de Wittgenstein sobre el pecado y de su misticismo; el inglés tenía todo el sentido del humor y la sociabilidad que le faltaban al austríaco. Solo el brillo intelectual de Wittgenstein y el respeto y la paciencia que Russell le llegó a profesar le permitían disculparlo por los continuos desplantes que su discípulo tenía contra las normas académicas y las convenciones sociales.

Cuando empezó la Primera Guerra Mundial, Russell pudo profundizar su militancia pacifista, precisamente en el momento en que Wittgenstein decidió enrolarse como voluntario en el ejército austríaco. Esa era su oportunidad para romper con la comodidad y el vacío de la vida burguesa que tanto despreciaba. Creyó encontrar en la guerra un remedio extremo, el sentido fuerte del que su existencia hasta ese momento carecía.

La guerra de un solo hombre

Durante sus años de guerra Wittgenstein llevó un diario escrito en cuadernos escolares, con un llamativa distribución: en las hojas del lado derecho escribía sus áridas reflexiones sobre la lógica proposicional; del lado izquierdo y en una clave secreta, dejaba testimonio de su tormento personal. Creo que nunca se ha expresado de manera tan patente la íntima fisura y la oculta tensión que existen entre la verdad científica y la inquietud existencial. Los lectores de Wittgenstein, sus equívocos discípulos, sus herederos intelectuales, no han cesado de ahondar la disociación.

15 de agosto de 1914

Hoja izquierda:

Son tantas las cosas que ocurren que un solo día me parece tan largo como una semana. Ayer me destinaron a prestar servicio en el reflector de un barco que hemos requisado y que patrullará por el Vístula. ¡La tripulación es una banda de cerdos! ¡De entusiasmo, nada! ¡Son increíbles su grosería, su estupidez y su maldad! No es cierto que la gran causa común ennoblezca necesariamente a las personas. Esto hace también que las tareas más desagradables se conviertan en una labor de esclavos. Resulta notable ver cómo son las propias personas las que hacen de sus tareas un tormento aborrecible. A pesar de las circunstancias externas, las tareas en nuestro barco podrían procurarnos un período magnífico, feliz... ¡y en cambio! Sin duda resultará imposible entenderse aquí con la gente. Por tanto, hay que ejecutar las tareas con humildad y, por amor a Dios, ¡no perderse a sí mismo! Pues cuando uno quiere darse a los demás es cuando más fácilmente se pierde a sí mismo.

5 de septiembre de 1914

Hoja izquierda:

Me encuentro en camino hacia un gran descubrimiento. ¿Pero llegaré a él? Noto mi sensualidad más que antes. Hoy he vuelto a masturbarme. Afuera hace un tiempo gélido y tormentoso.

19 de septiembre de 1914

Hoja derecha:

Una proposición como “este sillón es marrón” parece decir algo enormemente complicado, dado que si quisiéramos expresar esta proposición de modo tal que nadie pudiera hacernos objeciones acerca de su ambigüedad, tendría que resultar infinitamente larga.

7 de octubre de 1914

Hoja izquierda:

Siento un frío helado que me viene de dentro. ¡Si al menos pudiera dormir lo suficiente otra vez antes de que comience la cosa! Trabajé poco. Aún no acierto a cumplir con mi deber simplemente porque es mi deber, ni a reservar todo mi ser para la vida del espíritu. Puedo morir dentro de una hora o dentro de dos. Puedo morir dentro de un mes o dentro de algunos años. No puedo saberlo y nada puedo hacer ni a favor ni en contra: así es esta vida. ¿Cómo he de vivir para salir airoso a cada instante? Vivir en lo bueno y en lo bello hasta que la vida se acabe.

15 de octubre de 1914

Hoja derecha:

En la proposición componemos, por así decirlo, experimentalmente las cosas, tal como estas no necesitan componerse en la realidad. No podemos componer sin embargo algo ilógico, porque para eso tendríamos que salirnos en el lenguaje fuera de la lógica. (...). De existir proposiciones totalmente generales, ¿qué componemos experimentalmente con ellas? Cuando se tiene miedo a la verdad, como me ocurre a mí ahora, no se presiente la entera verdad. He considerado aquí las relaciones entre los elementos proposicionales y sus referencias, como si fueran tentáculos, por decirlo así, por medio de los cuales la proposición entra en contacto con el mundo exterior; por eso, la generalización de una proposición equivaldría a la contradicción de los tentáculos; hasta que al fin la proposición general estaría totalmente aislada. Pero, ¿es válida esta figura?

11 de noviembre de 1914

Hoja izquierda:

Hemos oído el estampido de los cañones desde las fortificaciones. He enviado una carta a David. ¡Cuánto pienso en él! ¿Pensará él en mí, por lo menos la mitad?

Hoja derecha:

¿Acaso no corresponde mi estudio del lenguaje al estudio de los procesos mentales que los filósofos consideraron siempre tan esenciales para la filosofía de la lógica? Lo que ocurre es que siempre se perdieron en disquisiciones psicológicas inesenciales. Igual peligro se corre con mi método.

21 de noviembre de 1914

Hoja izquierda:

Incesante cañoneo. Mucho frío. Explosiones casi ininterrumpidas desde las fortificaciones. Trabajé bastante. Pero soy incapaz de pronunciar la única palabra redentora. Doy vueltas a su alrededor, muy cerca, pero aún no he podido agarrarla. Sigo preocupado por mi futuro, porque no reposo del todo en mí.

Hoja derecha:

En este punto intento expresar otra vez lo que no resulta expresable.

25 de mayo de 1915

Hoja derecha:

¿Se nos aparece en el campo visual algo mínimo visible como indivisible? Lo que tiene extensión es divisible. ¿Hay en nuestro campo visual partes carentes de extensión? ¿Las estrellas fijas, por ejemplo?

El impulso hacia lo místico viene de la insatisfacción de nuestros deseos por medio de la ciencia. Sentimos que incluso una vez resueltos todos los posibles problemas científicos, nuestro problema ni siquiera habría sido aún rozado. Ninguna otra cuestión quedaría ya en pie, obviamente, y esa sería la respuesta.

***

Austria terminó siendo derrotada en 1918. Wittgenstein fue hecho prisionero por las tropas italianas. Estuvo cautivo diez meses en Montecasino. Quienes administraron su herencia filosófica publicaron póstumamente en 1960 las hojas del lado derecho, con el título Diario filosófico (1914-1916) e hicieron desaparecer durante décadas toda referencia al lado izquierdo: "Del contendido de los diarios hemos dejado afuera muy poca cosa. Las omisiones afectan casi solo a los esbozos de simbolismos que no pudimos interpretar o que por otros motivos carecen de interés" escribieron los editores en la introducción al Diario filosófico. Recién en 1985 fueron publicadas bajo el título Diarios secretos las páginas izquierdas del diario de guerra de Ludwig.

La solución final

En su cautiverio, Wittgenstein reanudó la correspondencia con Russell y comenzó la preparación del Tractatus, en base a las anotaciones del lado derecho de sus cuadernos de guerra. Ya liberado, se resistió a volver a la vida académica, renunció a heredar su fortuna familiar, incluyó en su renuncia una clásusula por la cual comprometía a sus hermanos a que no le permitieran arrepentirse aunque él mismo se los pidiera, y se fue a trabajar varios años como jardinero en un monasterio, donde los monjes hacían votos de silencio. Después, ya como maestro de escuela, intentó aplicar con los alumnos sus ideas sobre el lenguaje; pero como perdía fácilmente la paciencia y castigaba a los chicos, los padres hicieron un petitorio para que lo despidieran.

Al poco tiempo de terminar de escribir el Tractatus, Wittgenstein empezó a distanciarse de su obra sin saber del todo por qué. Se desentendió de la suerte del libro, que fue publicado en su ausencia gracias al empeño de Russell, en 1922. Fue su único libro publicado en vida.

Pocos obras en la filosofía contemporánea fueron tan influyentes y pocas tan mal entendidas. La oscuridad del asunto contradecía las intenciones del autor, que estaba convencido de que todo lo pensable puede decirse claramente. Precisamente el libro se proponía fijar de modo definitivo los límites del lenguaje, de lo que se puede decir y pensar. La dificultad radica en que para hacerlo no se permitió recurrir a otra cosa más que al mismo lenguaje. Todo lo escrito allí queda de este lado de lo decible, ya que Wittgenstein quiso evitar caer en los vicios del lenguaje en que habían caído los filósofos anteriores, entre ellos el mismo Russell. Por eso, para no violar sus propias reglas, muchas de las ideas escritas en los diarios de guerra quedaron reducidas en el Tractatus a escuetas alusiones, lo que le da al libro un tono hermético, por momentos impenetrable. El suponía que, si lograba presentar claramente lo decible –lo pensable-, de esta forma estaría señalando (oblicuamente) lo indecible. Por ese tiempo, escribió una carta a un amigo en la que decía que el libro tenía dos partes: 1) lo que estaba escrito, y 2) todo lo que no había sido escrito; y esta segunda parte... ¡era la más importante! “Creo que todo aquello sobre lo que muchos parlotean, yo lo puse en evidencia en mi libro, guardando silencio sobre ello.”

Gran parte del Tractatus está dedicada a resolver los aspectos insuficientes de la filosofía russelliana y lo hace con éxito, inventando algunos instrumentos lógicos que luego fueron adoptados por el positivismo. En sus proposiciones principales, el libro dice que el mundo es todo aquello que acaece: la existencia de los hechos simples. El pensamiento es la figura lógica de los hechos y su expresión es el lenguaje proposicional. Pensamiento, lenguaje y hechos tienen la misma forma, por lo que los límites del lenguaje son los límites del mundo; no podemos decir ni pensar cómo sería un mundo ilógico. Gran parte de lo escrito sobre filosofía, sostiene Wittgenstein, no es ni siquiera falso: apenas carece de sentido, precisamente por desconocer los límites dentro de los cuales puede decirse algo con sentido. Todo lo que puede decirse se refiere en última instancia a los hechos simples y en esa referencia se decide su verdad o falsedad. Esta crítica a los usos del lenguaje y los aportes lógicos de Wittgenstein encandilaron a los neopositivistas, que en la segunda década del siglo formaron el Círculo de Viena, tomando como base de su escuela filosófica al Tractatus.

Pero

Pero para hacerlo, los positivistas debieron prescindir de las últimas páginas del libro, en las que el pensamiento muestra un giro imprevisto, incomprensible para ellos (un poco como si a los evangelios les quitáramos la parte del calvario y la cruz). Por empezar, las generalizaciones acerca de hechos, como las que forman las ciencias naturales ("todos los metales se dilatan con el calor"), no tienen fundamentación lógica sino psicológica (cosa que después de todo ya había dicho David Hume hacía mucho, mucho). Que el sol salga dentro de un rato porque ha salido ayer y anteayer y antes de anteayer es sólo una hipótesis (y esto significa que no podemos saber si saldrá). La idea moderna de que la naturaleza está sometida a leyes constantes es para Wittgenstein una ilusión. Los modernos se aferran a las leyes naturales como los antiguos se aferraban a Dios y al destino; ambos tienen razón y no la tienen. Pero los antiguos eran aún más claros, dado que reconocían un límite preciso, mientras que el sistema moderno quiere aparentar que todo está explicado.

Porque (acá viene el hueso duro de roer) existe ciertamente lo inexpresable, lo que, atravesando lo decible, se muestra a sí mismo. Esto es lo místico. Ante esto, todo aquello de lo que se puede hablar carece de  la más mínima importancia. Y de lo que no se puede hablar se debe callar.

Los positivistas se mostraron algo desorientados ante esta modulación mística de las últimas páginas del Tractatus, pero creyeron posible pasarla por alto, como si fuera el epílogo prescindible de un libro valioso.Valoraron más bien el aporte instrumental que el libro brindaba en sus aspectos lógicos (Wittgenstein inventó, por añadidura, las bases de la moderna lógica proposicional, lo que en su camino personal fue un tránsito necesario pero, una vez atravesado, carente de valor). La extrañeza del planteo wittgensteiniano se acentúa por la manera seca y tajante con que lo presenta en su breve prólogo:

"primero... la verdad de los pensamientos aquí comunicados me parece intocable y definitiva. Soy, pues, de la opinión de que los problemas han sido, en lo esencial, finalmente resueltos. Y si no estoy equivocado en esto, el valor de este trabajo consiste, en segundo lugar, en el hecho de que muestra cuán poco se ha hecho cuando se han resuelto estos problemas".

Mezcla de arrogancia filosófica extrema y humildad desconcertante, la declaración produce una especie de comicidad involuntaria (lo cómico como reflejo oblicuo del misterio). Para un libro que al principio se jacta de haber resuelto todos los problemas de la filosofía, el final parece una broma decepcionante:

"Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo: quien me comprende termina por reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas, fuera de ellas. (Debe, pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido). Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión del mundo".

Un extraño libro que dice resolverlo todo e invita inmediatamente a ser olvidado, un trazo que se borra cuando termina de trazarse.

Tal era el efecto auto-anulador de la filosofía del Tractatus que el propio autor lo abandonó a su suerte. Russell, en cambio, quedó deslumbrado por los instrumentos lógicos que proveía a su programa filosófico y levemente perplejo por su final anticlimático. Por eso, se encargó personalmente de traducirlo al inglés (W lo había escrito en alemán) y de prologarlo, destacando lo que a su juicio eran los aportes decisivos de quien había sido su discípulo. El prólogo selló el malentendido, porque hizo que la obra empezara a leerse en la clave que Russell proponía. El Tractatus se abrió camino mientras su autor estaba desaparecido. Inlcuso muchos pensaban que quizá Wittgenstein hubiera muerto en la guerra. Mientras tanto él se había sumido en el silencio al que su tratado invitaba:

"De lo que no se puede hablar se debe guardar silencio".

El triunfo en los círculos positivistas solo fue posible amputando una parte del libro y tergiversando la otra. En torno a él se reunió una generación de jóvenes filósofos en Viena, con la pretensión de subordinar definitvamente la filosofía al rol de auxiliar del conocimiento científico. Desgraciadamente (para los positivistas) su autor no había muerto: unos años después apareció vivito y coleando. Y les dijo en sus caras que no lo habían entendido en absoluto y que nunca lo entenderían. Pero el intento de aclarar el malentendido no fue asumido por Wittgenstein con la suficiente convicción, porque él mismo empezó a odiar al libro que le había conquistado una fama que despreciaba. 

El Tractatus quedó como una fotografía de lo que  había pensado durante un cierto período de su vida, en sus años de guerra. Era solamente un pasaje hacia otra cosa, a pesar del tono terminante de su escritura. Este movimiento paradójico hizo que el libro fuera aplaudido por aquellos contra quienes había sido escrito. Wittgenstein dedicó el resto de su vida a reformular su pensamiento, que quedó expresado en libros sólo publicados póstumamente, tomados de apuntes de clases, de cuadernos de anotaciones, de notas escritas al margen de libros ajenos. El malentendido nunca terminó de despejarse, hasta el día de hoy.

El verano mengua y mi corazón palpita. ¡Cuánto pienso en ti! ¿Pensarás en mí, al menos la mitad?

Sin salida

Una proposición tan simple como “la sábana es azul” no puede ser comprendida si sólo se la toma como representación de un hecho real –y recordemos que este tipo de proposiciones son el núcleo puro y duro de la filosofía positivista. No conocemos objetos simples por nuestra percepción, conocemos objetos complejos: vemos una superficie azul, no vemos los puntos azules que la componen. Esto Wittgenstein ya lo advertía en su diario de guerra. Además, ¿cómo podemos saber que comprendemos el significado de la palabra “azul”? ¿y cómo saber si otro comprende esta palabra? Podríamos aventurar que comprenderla es saber cómo los hombres la utilizan, pero esto no resuelve el problema, ya que abre otros frentes de conflicto. “¿Comprendo una palabra cuando describo el modo como es aplicada? ¿Comprendo su propósito? ¿No me estoy engañando acerca de algo importante?... No sé por qué los hombres que usan esta palabra actúan así, no sé cómo interviene el lenguaje en sus vidas... ¿No es el significado de la palabra la manera en que este uso interviene en la vida?... El lenguaje interviene en mi vida y lo que se llama lenguaje es un ser que consiste de partes heterogéneas y la manera en que interviene en la vida es infinitamente diversa.” (Gramática filosófica, 1931).

La concepción positivista -que reduce la realidad a un conjunto de hechos representables mediante proposiciones simples- conduce a un callejón sin salida, porque sólo hay “simples hechos” si hay proposiciones simples que al nombrarlos, los delimitan; y las proposiciones simples son, en sentido estricto, simplemente imposibles. Wittgenstein llegó a esta conclusión después de haberse tomado en serio el proyecto positivista y de haber caminado por ese callejón hasta el fondo. O sea: ser positivista es no ir hasta el final, no querer llegar.

¿Cuánto te tocará vivir la otra mitad?

¿Alguna vez tuviste la experiencia de estar a salvo? Digamos, no a salvo de una tormenta porque en medio de la noche encontrarás un refugio; no a salvo de la tristeza porque la persona a la que amás también te ama. No: sentirte a salvo, pase lo que pase. Aunque estés a la intemperie, empapado y helado, despreciado por la persona que amás: a salvo. Esto es la experiencia del amparo, absurda para una mentalidad científica, dado que el amparo no es representable en el lenguaje proposicional, porque desborda el límite de lo que una proposición puede contener: una taza de te sólo puede recibir el volumen de una taza, por más que se vierta  en ella un litro. La experiencia del amparo, pase lo que pase, es un sinsentido que queda afuera de la cadena de los hechos naturales (es de noche, llueve, hace frío, el techo es blanco, las sábanas son azules, etc.). El amparo no es de este mundo y sin embargo es lo único que le puede dar valor a una vida.

Esta experiencia absurda nos lleva a arremeter contra los límites del lenguaje. No se puede escribir un libro sobre ella o, mejor dicho, si pudiera escribirse un libro sobre ella, en el acto se pulverizarían todos los otros libros del mundo.

Esto les decía Wittgenstein a unos oyentes algo sorprendidos, que el 2 de enero de 1930 asistieron en Cambridge a escuchar su Conferencia sobre ética.

Citizen Wittgenstein

¿Tendrá sentido escribir este texto? ¿Se podrá conocer a un hombre por medio del relato apurado de unas páginas que mezclan versiones de su vida y versiones de su pensamiento? ¿Es lícito hacerlo justamente con Wittgenstein, quien por años tejió tan amorosamente su silencio? ¿Habrá sido así, como yo lo escribo? Las palabras son como la piel sobre el agua profunda. ¿Y si pudiera decir yo algo, no con palabras sino entre los puntos y aparte? ¿Y si Wittgenstein fuera sólo el pretexto para señalarlo no a él: a otro?

The End

No, Wittgenstein no se suicidó, murió de cáncer a los 62 años el 29 de abril de 1951. Fue enterrado en el cementerio de St. Giles por el rito católico.

Epílogo epigramático

El problema con los racionalistas

El problema con los "istas": los racionalistas no son racionales en su valoración de los límites de la razón.

No digo "el problema con la razón" sino con los racionalistas. La razón es más racional si acepta toparse con sus propios límites. Y menos racional cuando se vuelve racionalista.

Wittgenstein se hizo más racional cuando se topó con el límite de la Lógica y descubrió eso de lo que no puede hablarse.

Bertrand Russell se volvió más racional al chocarse con la paradoja de los conjuntos normales y se deprimió.

Había sido un fundamentalista de la razón. Quería completar el proyecto moderno de matematización de la razón.

Proyecto que venía desde Descartes y Galileo, como mínimo.

Kant le dio una gran mano a ese proyecto. Era un tipo de racionalista sobrio y reconoció sus límites.

Kant quizá haya sido el gran racionalista de la modernidad. El más racional. Por ese reconocimiento de los límites.

Después, en el siglo 19, llegó Frege. Y poco después Russell: quisieron llevar a cabo hasta el fondo el proyecto de matematización de la razón.

Pero Russell tuvo dos problemitas: la paradoja de los conjuntos normales y un alumno que le apareció: un tal Wittgenstein.

La paradoja. En matemática de conjuntos hay conjuntos normales y conjuntos anormales.

Los conjuntos normales son los que no se incluyen a sí mismos como elementos de sí mismos. Por ejemplo, el conjunto de todos los perros no es un perro.

Los conjuntos anormales son los que se incluyen a sí mismos como elementos de sí mismos: el conjunto de todos los entes matemáticos es un ente matemático. El conjunto de los entes matemáticos está incluido dentro del conjunto de los entes matemáticos. Forma parte de sí mismo.

El conjunto de todas las cosas que se pueden nombrar con palabras es una cosa que se puede nombrar con palabras. Es un conjunto anormal. Es parte de sí mismo. Se incluye a sí mismo como un elemento más de sí mismo, entre todas las cosas que se pueden nombrar con palabras .

El conjunto de todos los paraguas no es un paraguas, sino un ente matemático. No sirve para taparse de la lluvia. Es un conjunto normal.

Hasta acá todo bien. Si paramos acá, no hay problemas aún para la teoría de conjuntos.

Pero Russell tuvo la necesidad de ir más allá. O la honestidad de ir más allá.

Pensemos en todos los conjuntos normales: el conjunto de todos los perros, el conjunto de los paraguas, el de los tintoreros japoneses, el de los egresados de la UBA...

Hagamos con todos los conjuntos normales un conjunto. Ese conjunto estará formado por todos los conjuntos que no se contengan a sí mismos.

El conjunto de todos los conjuntos normales.

¿Es normal o anormal?

Si opto por decir que el conjunto de todos los conjuntos normales es normal, entonces se contiene a sí mismo, o sea: no es normal.

Si digo que el conjunto de todos los conjuntos normales es anormal, entonces no se contiene a sí mismo. O sea: no es anormal.

Es decir: cualquiera de las dos respuestas implican su contradictoria.

Si el conjunto de todos los conjuntos normales es normal, entonces no es normal.

Si el conjunto de todos los conjuntos normales es anormal, entonces no es anormal.

Russell quería racionalizar las matemáticas ligándola a la lógica de conjuntos. Pero advirtió que la lógica de conjuntos es autocontradictoria.

Ese es el punto culminante del pensamiento de Russell. Se lo comunicó en una carta a un amigo en 1902. Vivió 70 años más, pero los dedicó a escribir huevadas.

Cuando Russell se dio cuenta de que su proyecto de reducir la razón a cálculo matemático no funcaba, se deprimió.

Unos años más tarde, dando clases, Russell conoció a un joven estudiante austríaco algo extravagante: Ludwig Wittgenstein.

El motivo por el que Russell bancaba a Wittgenstein era que el austríaco loco no quería demolerle el proyecto sino perfeccionarlo.

Wittgenstein se angustiaba porque tenía una necesidad extrema de encontrar el sentido de su vida en una razón de fundamentos precisos e inobjetables. No pretendía destruir la teoría de Russell, sino ponerla a salvo de las paradojas.

Años después, Russell admitió que las objeciones de Wittgenstein eran correctas. Es decir: lo bancaba porque el alumno le estaba enseñando.

En la Primera Guerra Mundial, Wittgenstein seguía mal; para salir de la desesperación se enroló en el ejército a combatir por su patria.

En la guerra, Wittgenstein escribió un diario. En las hojas derechas del cuaderno seguía obsesionado con sus especulaciones lógico matemáticas.

En las hojas izquierdas Wittgenstein escribía sobre su desesperación. Extrañaba a su *mejor amigo*, que combatía en el ejército enemigo.

Wittgenstein lado derecho: "En la proposición componemos experimentalmente las cosas, tal como estas no necesitan componerse en la realidad. De existir proposiciones totalmente generales, ¿qué componemos experimentalmente con ellas?".

Y después, en la misma hoja derecha, parece colársele una oración del lado izquierdo:

"Cuando se tiene miedo a la verdad, como me ocurre a mí ahora, no se presiente la entera verdad".

Rarísimo: un lógico extremo hablando de miedo. A la verdad.

Nada raro: un desesperado temiendo a la verdad.

Ese miedo de Wittgenstein, así como la decepción de Russell ante la aparición de su paradoja son los momentos más sinceros del racionalismo contemporáneo.

Después vino el joven matemático Gödel que demostró mediante un teorema que la aritmética era o bien incompleta o bien contradictoria.

Pero no esperen que desarrolle el teorema de Gödel en un post ya tan largo. 

lunes, 26 de septiembre de 2022

Belleza de lo que termina - pero recomienza, al día, al amor siguiente - JLG/Ricagno

Filme Socialisme

 -Apuntes impresionistas sobre  una primera visión del film de Godard 

  en forma de poesía, con el permiso de Pasolini- 

por Alejandro Ricagno *


dedicada a  todos aquellos y aquellas que saben reírse seriamente con Godard, con Tati, con Toto, y con Keaton (Buster o Diane, igual da ¿igualdad?) A los que tienen -cinéfilos o no- en fin, sentido del humor y del amor.

 Ah; y  también a los cinéfilos que no detestan el teatro. 


La mer, la mer, toujours recommencée. O récompense après une pensée. Qu'un long

regard sur le calme des dieux!

Paul Valery

 

 Como en un film de Godard/ 

 Aturdido como después de un film de Godard/

 

 Y allí perdido entre los pasajeros del barco/ 

 Alain Badiou, entre camarotes en la geometría del vacío/

 

 Los pasajeros, mientras tanto, juegan con los tragamonedas/ 

 Y el mar…. La mer, la mer, toujours recomencée

 

Pero para los tripulantes de este Titanic/ 

cuyo hundimiento es seguir indiferente frente a la belleza del mar/

para ellos, Jean Luc,  

nunca recomienza. 

 

Ni siquiera está:

Superficie lisa de deslizamiento de falsa horizontalidad

(Idea Europea de Democracia expulsiva)

Salvo para vos, 

que lo retratás en HD, por primera vez…

 

(Hacer algo, por primera vez a los 80: nacer.)


Film Socialisme: uno se hunde en la butaca de ese mar de citas,

en el barco ebrio de dinero y desazón

aunque Patti Smith cante como una eléctrica Rimbaud:

Oh, Gloria!

Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los tuyos/ Patti, my dear!            

Pero no por los tuyos, 

Jean Luc, cher ami!

  

 Yo los saludo a ambos y levanto mi copa por más películas y poemas!

 Por la pobre Europa, levanto mi copa!

 Por entre los escombros de Medio Oriente, levanto mi copa!

 Por el Tercer Mundo y su miseria fotografiada hasta la Náusea en los libros  

 Y los documentales europeos       

 Y en los celulares de turistas, 

 Y en el banco de datos de Facebook 

 Apuro mi copa en alegre trago amargo -sin obrero-

 mientras dudo si seguir en el barco 

 o saltar: 

 Film Socialisme:

 

De un abismo a otro / De un pensamiento a una imagen

acá, en la pantalla, 

allá, en la vida - y viceversa-

en la búsqueda de la idea de un Socialismo para un Film

que como el mar…

-Etcétera-


Como en un film de Godard: 

la paradoja consiste en que la memoria universal

son sus fragmentos que Jean Luc hace estallar para clavarlos en la nuestra

¿La imagen nos enseña a ver antes que escribir? 

  

-Preguntas al no azar-

Ver será realmente Ver, sin vidrio oscuro

delante o detrás?

   

-Preguntas al no espacio-

Y la palabra, qué fija o dispara? 

Y la palabra que fija: dispara.

Un barco como una casa de citas 

-donde el ex nazi amable puede ser un señor de apellido ¿judío?, confundido en las luchas argelinas de aquel FLN, donde el marinero ruso no es de Potemkin, y el capitán posa frente al turismo obsceno de cámara digital y sonrisa de Black Jack(ass) entre el ruido de los tragamonedas-


Un barco como una Casa de Citas

Burdel cultural europeo de luxe multilingual 

Mientras Palestina es la herida y su pueblo se balancea en las cuerdas

de los equilibristas del ultimo film de la Vardá

-despreciado por varios críticos argentinos de Fipresci, que prefiere  las proezas físicas de los que se golpean, rien, y beben sudor testicular, por la gracia de la Libertad Documental Norteamericana & White Trash-

  

Y vos Jean Luc, con tus anteojos, supiste ver

que las playas de Agnès, también 

son las de otro pueblo que las anhela con sangre,

 

  y sin embargo allá nomás, 

 EL MAR - toujour recomencé

En Pax

En HD!!-

 

Y la eternidad - sabemos que es el Sol mezclado con el mar-

Siempre en Poniente. 

 

Belleza de lo que termina - pero recomienza, al día, 

al amor siguiente-


 Todos son -somos, queremos, ¿quisimos ser?- pasajeros de Europa Paquebote,

 Paquete bobo de mercancías culturales, sin  distinción 

 Imagen clara junto a imagen degradada. 

Ver más tarde: O antes de que sea demasiado tarde :VER- más vidrio-

 

Como en un film de Godard, 

como en la pesadilla de Pasolini

-muerto frente al mar pobre de Ostia o Bombay, Palestina, el Riachuelo, lo mismo da- 

sumergidos, todos, navegando en las autopistas o las aguas 

-troubled water-

del neocapitalismo moderno,

y Pier Paolo, solo, poeta civil en sus huesos al sol 

bajo el peligro de escribir en Profecía- 


¿Y cuando se filma en profético esplendor, Jean Luc?

Entonces: Filme Socialisme.


-¿Que pasa con las imágenes de Egypto, del final, por ejemplo?-

Los peligros de filmar en Profecía. 

Las palabras son importantes, ha detto  Moretti, Nanni.

Ah sí, pero también la melange de imágenes  -y lenguas- 

allá adelante: Abismo: Film Socialisme. 


Peligros de anticiparse a la historia en la nueva manipulación  poética

de viejas imágenes.

Lo filmado se vuelve Real.

Mientras el Paquebote navega 

su grave ficción de capital. 


¿Te acordás, Jean Luc, de Poesía en Forma de rosa

(Claro que te acordás, 

viejo zorro suizo con los ojos llorosos de inteligencia detrás de un cristal claro!!)

Si no hacés otra cosa que recordar... 

Pero –como Pier Paolo- hacia adelante…

Privilegio profético de filmar

uno dos, tres, pasos más en avance que los demás

Aún en precipicio

Aún en Abismo 

Uno Dos Tres pasos -sin nubes-: Film Socialisme.


Soledad del explorador de fondo:

Los que nadamos muy detrás de ti, te decimos 

Adelante viajero! 

Navegar es preciso y vivir no es preciso.

 

-Pero de vez en cuando, Jean Luc, 

 a mano:

 Un salvavidas.

-De vez en cuando- 

 

Una frase de la que agarrarnos,

una imagen que nos detenga en el momento

Exacto en que el pensamiento, saturado de dialéctica,

da un brinco o latido simple de belleza simple.


Dejanos conservar un instante esa imagen

Ese sonido.

Ese silencio.


Dejanos, un momento: 

Film Socialisme. 

 

-Me ahogo, a veces, entre tus voces, 

 entre tus luces,  

 Jean Luc, entre tus sombras 

 y sabés 

 que estoy como vos

 de parte y entre las cosas

 perdido. Como un niño-

 Me ahogo a veces, como vos, en medio de dos siglos.


 Como en un film de Godard: un ensayo musical

 dividido en tres movimientos 

 Una Sinfonía que va del Mar a la Tierra 

-a un Sur francés y luminoso-

para llegar a los puertos 

o ciudades, como puntos de memoria. 

Y la palabra: 

¿Socialisme? 

  

 Lo que interroga y atraviesa el mar

Como Deuda Eterna,  

de uno a otro siglo.

 -y hacia atrás, también, 

Helás; 

hacia atrás: 

la idea de varios socialismos

(¡Toujours recomencée!)

perdidos como niños.

Digresiones a acerca de la segunda parte de Film Socialisme. Incluye restos  diurnos de  una reciente polémica pesadilla crítica-

Pregunta escolar: Maestro Jean Luc, dice el alumno -que soy yo-

– la mano me tiembla, la escena es en una escuelita de críticos al sur del tercer mundo; mi mano, la de alumno que no quiere ser demasiado aplicado o manya oreja pero admira al prestigioso profesor invitado. Me escuece el guardapolvo del polvo de la nouvelle critique argentine -los compañeritos- hecha polvo, pomada para zapatos, suciedad del pensar de la falsa tolerancia; los otros alumnitos burlones se tiran, mientras tanto, con dvds de comedias escatológicas norteamericanas, se ríen del profesor suizo con barba de tres días, anteojos culo de botella y olor a cigarro; se ríen del alumno atrasado que pregunta (yo). Se ríen del barco quieto-:

“Monsieur Profesor Godard: ¿los ideales de la revolución francesa quedan solamente para que los interrogue un hermoso niño rubio frente su madre, en la cocina de una casa-garaje- gasolinera del “midi francés”? ¿Es una ironía la elección del lugar? ¿Tendrá algo que ver que allí fue donde la Resistencia Francesa dio la más dura de sus batallas en la Segunda Guerra? Pregunta el niño atrasado.

“Intelectual! Pedante! Atrasado! Fascista!!”

-gritan los otros alumnos, ante la pregunta del alumno atrasado – que soy yo- y prenden el televisor para ver Transformers mientras escriben en su cuadernos 

“La importancia tecno biológica de los auto-robots en el cine mainstream contemporáneo, contra la senilidad del pensamiento suizo y los críticos afrancesados”; mientras uno de ellos le pega a otro con una mano Gigante y todos ríen, ríen, ríen; hacen ruidos de pedos con la boca y se ríen, porque la risa es democrática y todos están de acuerdo en que la broma es estúpida pero la celebración de la estupidez es inteligente y democrática, así que celebremos, dicen, mientras pisotean copias de Film Socialisme

en nombre de la democrática risa contra los intolerantes que no se suman al festejo, mientras el alumno atrasado (yo) insiste frente al profesor suizo, que indiferente que ya no está allí… 

Se ha ido a mirar un pájaro cantor del otro lado de la ventana -tal vez un mirlo- pero el alumno atrasado -es decir, atrasado porque que no entiende la celebración (a)crítica de comedietas bastardas, por parte de los compañeritos, enarboladas como el último bien iluminador de los valores culturales de la globalización contra “la intelectualidad pretenciosa”-aka los films del profesor que el alumno atrasado intenta defender con argumentos balbuceantes -le pregunta al profesor suizo:

“¿Se resuelve, Monsieur Profesor, el socialismo como caricatura en la segunda parte de su Film Socialisme- por lejos, las más oscura- en esas alusiones a una elección local del sur de Francia, mientras vemos a un Burro y una Llama tercermundista esperar al lado de un surtidor de nafta?” 

Eso pregunta el alumno -es decir, yo- curioso y confundido, que de pronto no es más un alumno: es un viejo y le sudan los ojos y no ve bien. 

Y el profesor Godard se ha ido tras el mirlo o tras una mariposa o una paradoja o un mar. Y los alumnos compañeritos, también han crecido, pero no tanto -hasta la adolescencia indefinida entre 14 y 55 años, aunque algunos tengan canas, al lado de otros que pasan en skate- y ahora son profesores que acusan de retrogrado e intolerante al alumno atrasado y viejo (o sea yo); acusan  de pedante y senil al profesor suizo, mientras el alumno atrasado decide democráticamente mandarlos a la mismísima mierda, para hacer merecida gala del mote de intolerante, y en seguida huye alegremente tras el mirlo que, le dijo el profesor suizo, es un amigo intimo de Otar Iossellani con quien, al fin, toma vino al sol de una plaza entre cartoneros y linyeras cantores.

-Fin de la pesadilla con final feliz- 



Lento despertar de  las imágenes al universo de lo real, 

-pero sabemos que en lo Real está la muerte-

entonces no despertar del todo, 

duermevela aún, Jean Luc 

que en los sueños nos entendemos mejor 


En los sueños.

Como en el cine.

Ahh, perdón, querido Jean Luc. 

Me pierdo en rencillas críticas. 

Pesadillas recurrentes.-Pero vos entenderás.


La poesía se me desliza hacia la prosa. 

La prosa hacia la rabia- pero vos entenderás.

-Siempre te gustaron las polémicas-


Aquí, en el texto una idea y otra, desembocan en una nueva, inesperada.

-Como en Film Socialisme, ahora que lo pienso-

 Pero en el camino pierdo la (Nuestra) Música.

-Como en la segunda parte de Film Socialisme, ahora que lo pienso-

 

Te estoy pediendo la pista, joven Jean Luc,

Hijo de otro siglo próximo que aún no se inventó!!!

Me pierdo con vos -lejos de las mezquinas rencillas criticas, lejos de los que no te quieren, 

o peor aún, quieren lo que vos odiás,  

quieren aquello contra lo que vos luchaste y luchás,

 entre el mar de los siglos. 

 Lejos, 

 me pierdo con vos.


Contra los que celebran el triunfo de la estupidez oponer, Jean Lucky Luc, el jugar,

seriamente, como niño a veces, con la leve tontería y su verdad.


Me pierdo con vos, querido Jean Luc 

en la segunda parte de Filme Socialisme


Me pierdo en el gesto del niño rubio hablando de Renoir -el pintor- mientras le mira el culo a la negra africana 

-como Rimbaud que tuvo una cuando se perdía a si mismo en África y otros contrabandos non sanctos.

África, 

-que para Pier Paolo era “su última esperanza”-


Me pierdo, te dije.

Yo siempre es Un Otro, Jean Luc,

 ya lo sé. 

Ya los sabemos. 

-Se lo hiciste decir a Ana Karina, cuando aún podíamos, con ella,

con nosotros, Vivir su (nuestra) vida- 

Una idea confusa una imagen clara

¿Era así, Jean Luc? ¿Será así, todavía?

Porque, sin embargo, fíjate que régimen de imágenes se festeja

- Y nos domina-

¿Qué claridad, entonces, invocar? 

El  mar,  encore,  toujours…?

Y sin embargo el Otro no es nunca Yo; Jean Luc. 

¿En qué idioma hablarle? 

¿Bastan sólo las imágenes? 

¿Basta la poesía? ¿Basta la salud? 

 

El barco que sigue, la vida que sigue, el dolor… 

-pero también la alegría de poder nombrarlo…


 Me acuerdo de Renoir, el patrón, 

 que nos enseñó la crueldad de las reglas del juego

 de las clases (magistrales).

 Pero de un modo amable, Jean Luc: ahí esta  la cosa. 

(Estar de parte de las cosas) de Un modo amable.

 

¿Se puede ser amable con la Historia del último siglo, querido Jean Luc?

¿Y del nuevo, a un click virtual  de distancia y destrucción?

¿Se puede –a esta altura- volver al cuento? 

¿O acaso es mejor la música, como la música del viento sobre las oreja de un barco autista? 

¿Se puede ser amable, Jean Luc? ¿Cómo se hace? Vos que sabés hacer humor gravemente leve, ¿CÓMO SE HACE? Vos que sabés llorar como nadie…

Si hablamos todos en un otro idioma, en la nave de los locos, 

y las imágenes no alcanzan sino que nos alcanzan,

nos dan caza, caza-bombardeo, y toujours recomencé,

muertos, ya, sobre cubierta?


Si extraño  tantos a mis hermanos que, sabés, nunca estuvieron. 

¿Cómo se hace, Jean Luc, me cache en dié?

(Nota para otros naufragios: el barco es la metáfora social más navegada por la historia del cine: Navegantes, Potemkins, Titanics, Arcas Rusas, Sweets Movies, Itálicas y operísticas Naves que van, no se sabe a dónde, apoteosis de la mezcla de clases, de sus luchas, contrabandos, amores, hundimientos, rescates en alta mar, sus separaciones: Alta Marea). 

 

Yo solamente zarparía en L´Atalante, 

el más amable de los barcos de los pobres amantes.


 ¿Es eso, Jean Luc?

¿Zarpar y zapar entre registros digitales y ver qué pasa, 

qué queda de (en) los puertos de la memoria? 

¿Las ciudades? 

¿La Itaca de Kavafis del que siempre llevará su fracaso, de ciudad en ciudad?

 Allí están, al final de tu Coda: Nápoles- donde Pier Paolo preguntaba qué era el amor- Hellas pour toi. (Atenas), Egipto, ayer  nomás en las calles de El Cairo.

Palestina, la coda final. 

Palestina, la vieja herida actual.


-y ahora pienso en Trípoli bombardeada, como en Buenos Aires, décadas atrás-

¿Qué son, de quién son, de dónde vienen, esas imágenes 

que me surgen por mera asociación, en una ciudad que le da la espalda a su río marrón donde navegan los muertos sin sepultura que ni siquiera Sartre imaginó?

Buenos Aires, 

La Plata,  

Quilmes

Ostia, 

El Cairo 

Bombay,

Trípoli. 

 

Y los ríos  

Siempre deberán ir al mar que es el Morir, Jean Luc? 

Y- a til- une petit espoir…?  

Una sola…?

Un Juanele que nos guíe, por la senda azul 

y las orillas?


Morir de imaginar la muerte de la imagen 

-de los otros; de uno mismo- 


Pero también morir de Morir, de golpe, 

de porrazo, 

de recibir una imagen que no se ve,

que no se lee,

una palabra que no llega. 

O llega tarde 

y mal. 


Pero también de la bala por la espalda, por ejemplo, 

de las bombas en las plazas, del veneno en el agua, del hambre, en la esquina, acá nomás


un deslizarse mínimo sobre  la borda y cualquiera en cualquier momento

…en  la mer, la mer, toujour recomen…MERDE…!


(Glup, sonido de aguas profundas)

…….

No hagan olas, por favor.


Es el siglo XXI, estúpidos!  

Y es la economía líquida, virtual, pero también la crisis de la palabras que la nombran, 

la mala economía de la palabras liquidadas, como Film, como Socialisme, en el despilfarro de las imágenes que se reproducen y se reproducen y ya no puede nadie nadie puede nombrar más!


Qué nuevo siglo de manos!

No: de dedos en ordenadores!

Y no es sencillo, Jean Luc! 

No. Pas de tout. 

Niente. 

Non. No. 

Guarda al hilo.

¿Film? ¿Socialisme?

 Disparador de dudas, en otro sur, en otra lengua, 

 el mismo mundo.

 

Que nadie pueda decir esta imagen es mía, ya que si nada nos pertenece en igualdad, toda imagen en cambio, a cambio, nos pertenecerá. 


Así sea, Jean Luc. 

Así : sea. 

Así: mar.  

Yo me valgo de esquirlas de poetas cuyos nombres casi olvidé, vos de imágenes de noticieros, de videos, de películas de Hollywood, y de las otras, donde siempre hace siglos venimos cayéndonos en las Pirámides, o en las escalinatas de Odessa, que ahora remonta el turismo. 

Que toda imagen no tenga dueño. 

Que pueda ser reciclada, invocada por la memoria araña, en un  poema, en un ensayo, pero que no la roce nunca la estupidez.

-Aunque yo preferiría a la hora fatal llevarme una imagen casual, al pasar, mía, mía 

-resabio burgués, que en mi alma no pura, aún anida- 

Una imagen personal, no reciclable: una flor o piel de aquel amante, un cielo, aquellos ojos verdes- aquellos- y la voz de esa mujer, toujours recomenzando en mi memoria, antes el sonido que la imagen, 

una manera setentista de fumar  y de decir incluso la palabra “memoria” sin embalsamarla, 

y decir, escucharle decir algo “sobre mi rostro trágico”,

ESO anhelo, Jean Luc,

como última imagen visual y sonora, propia, mía, mía, 

no te la doy a vos que sos mi amigo, no se la doy a los enemigos de la inteligencia, 

a los ex amigos no se las doy tampoco, no la dono, no al entrego, egoísta de mí, 

pero a lo mejor  en esa hora grave, leve, entonces

                                                                               ya no importe.. 


-Una Imagen Sin Pasado Universal 

como la sonrisa de aquel amigo muerto hace tantos otoños, que es la época que mueren lo que saben morir, la película que no vimos mientras transcurría la película vivida que se desvanecerá en la nada. 

O en el mar.

 

Ahora qué hago con las esquirlas de metralla-collage que me dejaste, Jean Luc: 

Despertaste la bestia de belleza fatal: Film Socialisme

Me muero, memoria: 

Utopía de la pérdida. 

Ganancia sin usufructo de la pura belleza 


Frases, 

Palabras,

Paroles, 

Mots 

que nos lanzás como botellas del náufrago, como marinero de poema de Tuñón,

para hacer huir a los idiotas que necesitan celebrar la idiotez  

como Triunfo de la Voluntad.!!!

 

Pero vos sabés, mejor que nadie,  Jean Luc, querido

que aún quedan dichas 

terribles dichas a descubrir sobre la luz terrestre

La esperanza es un niño fauvista que dibuja a un negra adolescente sobre una escalera.

Y para las almas, (aún), -a dios Gracias-

No hay copyright.


Posdata:

Nadamos; Jean Luc. 

Es así, nomás.


Es la costumbre de los ahogados.


(continuará… en otros poemas)


(Se agradece la inestimable colaboración de Pasolini, Pratolini, Patti Smith, Molina, Cernuda, Paul Valery; Rimbaud, Badiou, Jarry y tantas otras voces y otros nombres universales secretos e íntimos, que están soplando en el viento de mi corazón o casa).


* Este texto fue escrito por Alejandro Ricagno para revista La otra n° 26, a propósito del estreno de Film Socialismo de Jean Luc Godard. En estos días adquiere renovada vigencia.