martes, 30 de septiembre de 2014

Los pasos en las huellas (Sobre El país del diablo)

La gran película perdida (y encontrada) de Andrés Di Tella


por Oscar Cuervo

Digo "la gran película perdida de Andrés Di Tella" porque creo que es su mejor película y, que yo sepa, no ha tenido estreno oficial. Y además, DI Tella me parece uno de los mejores cineastas argentinos de la actualidad, que cultiva un perfil bastante bajo que hace que no se le haya brindado aún el lugar que como cineasta merece. No me acuerdo dónde vi El país del diablo por primera vez... ¿quizás en un BAFICI? Lo que sí me acuerdo es que la programamos en el ciclo de cine La otra en La Tribu. Y el hecho de no haber tenido un estreno oficial hace que muchos críticos no hayan reparado o que no se hayan publicado más que unos pocos textos sobre ella. Como está entre lo mejor que se ha filmado en estos años, creo que se trata de una omisión grave. Adjunto este texto que escribí para el número 24 de revista La otra (primavera 2010):


Los pasos en las huellas
Sobre El país del diablo, de Andrés Di Tella

La identidad argentina como proyecto fallido. Y superpuesto a eso: la posibilidad de conquistar una identidad a partir de la conciencia de esa falla.

Andrés Di Tella viene destilando este brebaje desde hace más de una década. La primera copa la sirvió con Montoneros, una historia (1994). Este documental sobre Ana, una ex-militante montonera, apareció un poco antes de que pudiera ser comprendido. No muchos repararon en el “una historia” del título, porque todos estaban esperando “la historia”. La mirada microscópica de Di Tella (micropolítica) no proponía simplemente un regodeo en la particularidad, sino un cambio de tono: en lugar de épica o tragedia, Di Tella ensayaba un modo de la comedia dramática, imprevista modulación por tratarse de un film político. La historia de una chica que busca la felicidad en una época inapropiada para eso, que se mete en Montoneros porque ahí están los más churros, que se ve movida por el amor a un hombre y arrastrada por el vendaval de la época, que va a parar a la ESMA, que sobrevive y nos lo cuenta con una sonrisa triste. La historia da para épica o para tragedia, contiene los elementos necesarios: fusiles, huida por terrazas, desaparición forzada de personas, sospechas dolorosas de traición. Y un interrogante final: la protagonista termina hablando de sí misma en tercera persona, para descubrir cómo la ven los otros, o quizá para tomar distancia de semejante ajetreo: “¿quién es Ana?”, se pregunta. Di Tella elige dar por concluido el cuento justo ahí, cuando la dificultad de decidirlo queda pronunciada por una voz, la de Ana misma. Lo de comedia dramática quizá sea una exageración de mi parte, pero lo pongo porque desde la primera vez que vi la película fue ese sutil corrimiento del registro esperado lo que me llamó la atención. Con amabilidad, Di Tella desafiaba las expectativas de ese momento sobre un documental acerca de la lucha armada y la represión militar. Y por el mismo medio ponía en cuestión la idea más usual acerca del cine político.

En una entrevista que le hice en 1999 para la revista Parte de Guerra, él declaraba: “Ana dice en algún momento en chiste que los militantes del PC tenían granos, que eran todos gorditos con anteojos, que los montoneros eran churros, buenos mozos, y que ella se levantó al más lindo´de todos. Lo dice riéndose, pero parece mentira que la gente diga: «¡ah, se metió por eso, es la única razón!», y que la acusen de ser superficial, cuando a mí me parece todo lo contrario. Además es algo con lo que me encontré en absolutamente todas las charlas, el elemento de la seducción: que en los montoneros estaban las mejores minas o los chicos más lindos, ¿entendés? Pero estaba prohibido eso... Es que la experiencia personal va en contra de los mandatos, de lo que debe ser, además de lo que debió haber sido”.

En Montoneros, una historia un fracaso se sobrepone a otro, y a otro: porque los Montoneros no tomarán el poder, el muchacho al que Ana sigue terminará desaparecido, y ella, a la distancia, ni siquiera acierta a decir quién ha sido. Y sin embargo, algo se restituye por medio del film, un sentido que se despoja del léxico de la revolución y también del de las víctimas de la represión, un sentido que deja en suspenso las palabras, pero se hace elocuente en el silencio final. El triunfo del silencio ante la historia, que no es un silencio derrotado ni un silencio fúnebre, sino un silencio pensativo.

Años después, Di Tella se propone contar nada menos que su novela familiar en dos films: en La televisión y yo, abarca a la rama paterna, los Di Tella, la historia de un sueño trunco, el de su abuelo, fundador de las Industrias Di Tella; en Fotografías la rama materna, con el viaje del propio Andrés a la India natal de su madre. En el dítpico familiar el documentalista se propone contar la historia de lo que pudo haber sido y se topa siempre con una imposibilidad: los proyectos se truncan, las empresas quiebran, los viajes se desvían de su destino. Y sin embargo algo se realiza por medio de estos tropiezos. Al cine de Di Tella le van bien los tropiezos: no se trata de caídas, porque un tropezón no es caída. Además, a mí me sirve para pensar a Andrés como un comediógrafo. Todos tenemos nuestros tropiezos y quedamos algo dañados, pero aún así es posible estar bien.

En la misma entrevista del 99 Di Tella me decía: “para mí era importante mostrar que Ana, la protagonista de Montoneros, una historia, que está contando experiencias tremendas, es una persona que hoy está bien. Pero en realidad a la vez es una persona dañada, no puede dejar de serlo. Quizá todos tenemos algo dañado, todo el mundo, aunque no tenga una historia tan dramática”. En estas palabras del 99 se anticipa la dirección posterior de su filmografía: la experiencia del daño y, a pesar de ello, la posibilidad de invertir el signo del fracaso en una modalidad del triunfo. El cine de Di Tella oscila entre estos dos polos.



Va de nuevo:

La dificultad de ponerles nombres a las cosas. Y superpuesto a eso, el contrapunto entre la literatura y el cine.

Di Tella tiene una inclinación literaria que se pone en juego en sus documentales. Sus films están muy bien escritos y cada vez mejor: mejoran en la medida en que él se hace cargo de la voz narradora. Esto no significa exactamente que el valor de sus películas sea literario, porque siempre
filma el fracaso del lenguaje para contar la historia. Pero tampoco se trata de que el cine muestre lo que no puede decirse: lo que muestra es el intento de decir y no poder. Muestra la falta, el plano negro.

“Antiguo país del diablo” dice el mapa trazado por Estanislao Zeballos, escritor, abogado, estanciero, periodista, diputado e ideólogo de la (mal) llamada Conquista del Desierto, el co-protagonista de El país del diablo –el otro protagonista es el propio Di Tella. Zeballos denomina “país del diablo” a los territorios de los que fueron despojados los pobladores aborígenes al cabo de la invasión del ejército argentino. Desde su columna periodística en el diario La Prensa, Zeballos alentó esa invasión y la matanza de los que vivían ahí, acompañó a las tropas y describió ese mundo en extinción: mundo exterminado, en verdad, en pocos meses de la campaña comandada por el general Roca. Zeballos documentó ese mundo a punto de desaparecer, alentó su desaparición y después, en un sueño relatado en un escrito póstumo, también la lamentó.

¿Cuál es el “Antiguo país del diablo” que nomina Zeballos? Es la Argentina. Una vez más: el proyecto fallido de una nación. Podríamos decir: Di Tella filma nuestro Nacimiento de una Nación. Bastante distinto al de Griffith, aunque en algo se le parezca: también señala un camino posible (ya no necesario) para el cine.

Entre los años 1874 y 1877, Adolfo Alsina fue Ministro de Guerra del Presidente Nicolás Avellaneda y desde esa posición dirigió la defensa del país de Dios contra el del diablo. Se dice en el film de Di Tella que durante el período de Alsina “la historia de la frontera fue una historia de escaramuzas, de malones y de contraataques, pero fundamentalmente de negociaciones”. En 1876 Alsina tiene la idea de trazar una zanja, después denominada “Zanja de Alsina”, una trinchera de 2 metros de profundidad y 3 de ancho para “defender” el territorio argentino de los malones. Meses más tarde Alsina contrae una intoxicación en medio del país del diablo y muere. La zanja, que iba a atravesar desde el Atlántico hasta la cordillera de los Andes, queda inconclusa cuando apenas se habían cavado unos pocos kilómetros. Di Tella filma el rastro de ese proyecto trunco como síntoma de una identidad fallida. Roca sucederá a Alsina a la muerte de éste, y dará por terminadas las negociaciones; antes de que termine 1879 los indios habrán sido arrasados.

Zeballos documenta el etnocidio. Di Tella denomina a Zeballos: “un documentalista, como yo”. Esta nominación determina un lugar de enunciación y una perspectiva cinematográfica. Habría muchas maneras de contar la historia del crimen sobre el que se funda nuestra identidad nacional, por ejemplo: asumir una voz neutra y desencarnada. Pero Di Tella prefiere caminar él mismo por las huellas de Zeballos, aproximarse a la mirada de ese hombre, buscar qué quedó del proyecto de aquellos argentinos del siglo XIX. Y lo que encuentra es una llanura extrañamente desolada, fantasmal, poblada de almas en pena. En armarios de museos etnográficos distribuidos por el territorio bonaerense se guardan cráneos numerados de los indios muertos. También hay quien conserva retratos fotográfícos de esos pobladores mirando a cámara con ojos profundos e interpelantes, que Di Tella reserva para el final. El país del diablo termina con esas miradas silenciosas.

Una vez más, como en sus anteriores películas, es a través de la realización del film que Di Tella consigue una restitución de lo dañado. No es obturando la falla como se logra esa restitución, sino señalándola con la cámara: la Zanja inconclusa, el desierto aún desierto, los huesos numerados, las caras que nos miran, el silencio. Se trata de la película más oscura de su filmografía y, seguramente, de la mejor, la que logra condensar la idea de la identidad fallida y su aproximación desde una mirada corporal.

Estanislao Zeballos guardó el archivo del cacique Namuncurá, el único que llegó hasta nosotros. En su última carta el cacique manifiesta su desconcierto porque el gobierno no ha respetado el acuerdo de paz que los indios habían firmado con Alsina. En una lengua que no es la suya, el cacique se expresa con dificultad pero también con poesía: “Por lo que estoy entretenido suponiendo que deberá ser alguna traición por lo que estando en este trabajo me vino a pisar el campo, en cautivar familias y pasar por las armas a mis indios. Mi finado padre Calfucurá era hombre de condición de adivino, que yo no tengo tal condición y no puedo adivinar el futuro, pero mi finado padre me ha dejado el cargo de Gobierno de todas sus tribus y gobierno por Dios que me sostiene que si Dios permite podrá castigar aquellos hombres que me traicionan; y espero que en Dios me ha de ayudar en el triunfo; que si Dios no permite que salga victorioso, entonces podremos morir todos nosotros, que después de muertos no sentiremos nada”.

*****

"Una mañana de noviembre de 1879, apenas unos meses después de concluida la Conquista del Desierto –la guerra del gobierno argentino contra las tribus autóctonas— el escritor Estanislao Zeballos recorría la Pampa con el objetivo de describir el territorio conquistado, hacer el primer mapa científico de la región y, de paso, profanar tumbas indígenas para alimentar su colección de cráneos. Pero esa mañana dio con un descubrimiento insospechado: enterradas en un médano en medio de la Pampa, unas cajas de madera que guardaban el archivo del cacique Namuncurá. Abandonadas por los indios cuando escaparon de las tropas expedicionarias, encerraban el testimonio asombroso de un mundo en vías de extinción. Zeballos había sido uno de los ideólogos de la Conquista del Desierto. Su largo viaje por la Pampa, sin embargo, lo transformó. Fue el primer “huinca” (blanco) en interesarse por la cultura y la historia de los indios. Los mismos indios cuyo exterminio el escritor había propiciado antes de viajar. Tras los pasos de Zeballos, Andrés Di Tella va en busca de los rastros que quedaron de aquel exterminio, hoy olvidado".

martes, 16 de septiembre de 2014

Sobre Máximo Kirchner

por Juan Soriano *

Hacer un análisis más o menos serio sobre el acto de La Cámpora del sábado, y el discurso de su lider, el compañero Máximo Kirchner, requiere de un análisis interno y externo, porque si no nos separamos un cachito del espejo vamos a seguir creyendo que somos tan grandes como el todo, y lamentablemente, no es así. 

Hay un mundo allí afuera. 

Y como estoy cansado de escribir y escribir, voy a pasar a la dinámica de los "bullet points" y chau. Así:

1- Muchos compañeros y no compañeros, plantearon que hubo una carencia de definiciones políticas en el acto, cargándole esa ausencia a Máximo Kirchner. Pues bien: la definición política más grande posible, como dijo el compañero Iván Eliosoff (militante de Vatayón, 21 años, hace changas armando pallets con otro compañero de Vatayón, Mauro Lapa, 30 años, que tiene un camión que a veces anda y la mayoría de las veces no y a veces hace fletes, cuando arranca eso) es el enorme hecho política de que haya hablado y dado la cara públicamente. Eso es una definición política en sí misma.

2- Se le acusa desde la oposición, al compañero Máximo, que haya dicho algo inconstitucional. Queridos y queridas, eso, justamente, es lo que dijo: que le tienen o tendrían terror a que CFK se postule. Más de una vez yo soñé con que desde el Gobierno Nacional se salga a instalar una reforma constitucional para que CFK se pueda postular, sin necesidad alguna de que esto termine siendo cierto, pero para retomar la posta y volver a poner en la marquesina esa posibilidad que le aterra a tantos señores de buen traje y limpio cabello. Todos esos que se juntaron desesperados a firmar para que no suceda, tiraron un bonito fuego de artificio al hacerlo, ante escribano público, porque saben y tienen muy en claro que si CFK se presentara, arrasa. Le guste a quien le guste y le moleste a quien le moleste. A mi me encanta, claro. Este Gobierno ha demostrado que sabe perder, que además pierde y que se reinventa en las derrotas. Otro día discutiremos si esa reinvenciones son siempre las adecuadas o si a veces se nos escapa un palazo por ahí, pero perder, sabemos perder. Y asumimos las derrotas aún cuando son por poquísima diferencia, como pasó con Néstor, como lo comentó Máximo.

He ahí otra definición: no tengan miedo a competir, que hemos sabido perder, aunque estemos tan acostumbrados a ganar.

3- Internamente, para nosotros los kirchneristas, este discurso tuvo otra carga enorme, que es el enorme parecido del compañero Máximo en lo que dice y cómo lo dice (jé), que suena tan pero tan Néstor que muchos de nosotros jugamos mirando a otro lado mientras hablaba y nos permitimos soñar despiertos. Para afuera, eso es motivo de mucho odio: pensaron que el kirchnerismo estaba acabado, pero acá hay un Kirchner, y Néstor vuelve. Bueno, no sé si para tanto, pero acá hay un Kirchner más, que encima, viene y te dice que no es el apellido la cosa. Y tiene razón: para muchos y muchas de nosotros, ellos son nosotros y todos somos Kirchner porque a veces, los Kirchner son todos nosotros. Es claro que a veces me gustaría mucho ser un Kirchner, para poder cambiar junto a Vatayón, una realidad tangible como la del Barrio Juan Perón, mal conocido como "la palangana", en Laferrere, La Matanza, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, Nuestramérica, Planeta Tierra, pero no es mi apellido ese, sino que es Soriano, y un Soriano no tiene la llegada de un Kirchner, y tampoco a un Kirchner. Ya llegará ese día en el que juntos nos abracemos mirando al sol y podamos decir que estamos absolutamente orgullosos, y no muy pero muy orgullosos de lo que hicimos.

Dale click al video, dale.

 

4- Necesariamente el compañero Máximo no puede ahora volver al discurso privado, porque ahora se ha hecho público. Ahora, esa gota de agua cayó del cielo y se hizo mar, entonces empezó el juego.

¿Necesariamente tiene que ir por alguna candidatura? No necesariamente, pero no estaría nada mal. ¿Necesariamente tiene que ir por las básicas? Ojalá. Me encantaría que lo haga. Que no lo avise. Que aparezca ahí un día de reunión. Que no lo sepa nadie. Que todos se sorprendan. Que lo vean humano y cercano, tal y como (me consta), es. Eso encendería las llamas de todos los que nunca apagamos ningún fuego, pero que vemos como a veces, aunque soplemos y quisiéramos que prenda de nuevo, a muchos compañeros y compañeras lo que los acercó los aleja. Y tratamos los que tenemos alguna responsabilidad militante de decirles que ese sujeto social por el que militamos sigue ahí, y a veces no quieren seguir haciendo. Y nos duele, y nos mata, y nos parte, y quizás el gran error que muchos cometimos, o no, es creer que militabamos POR Cristina, y no al Proyecto que ella encabeza: comprender que ella es la líder absoluta, debería venir acompañado de comprender algo que ella siempre dice, y que es que el Proyecto es más grande. Aquellos que hemos nacido peronistas, sabemos de qué se trata, porque el peronismo excedió a Perón y a Evita, y haremos que el kirchnerismo exceda a Néstor y a Cristina: ambos movimientos que son casi lo mismo, son ideologías, maneras de ser y vivir, maneras de vivir y morir, maneras de reír y llorar. Esas cosas tan de todos, tan para todos y todas, no pueden ni deben estar sujetas a personas, porque ahí perdimos, y no habremos hecho honor a nuestros padres.

Esto es para siempre, como siempre decimos en Vatayón, y sino, vení y preguntale a Diana, 65 años, conducción de Vatayón y responsable del Barrio Juan Perón, Montonera para siempre, si la lucha tiene fecha de vencimiento o está atada a un DNI y a un montón de carne con huesos. No. la cosa dura mucho más: comprender ese protagonismo, y hacerlo comprender, es empoderar de verdad, y no jugar a empoderar.

5- Otra gran definición política, también se da en el hacer: en Vatayón decimos que el Kirchnerismo Salvaje, es decir haciendo y luego decir lo hecho. Entonces, quizás ya no como "Unidos Y Organizados", pero sí como Frente Para la Victoria, o sí como Kirchnerismo y luego le pondremos un nombre, somos la única fuerza política que hasta ahora llenó tres estadios, con el Evita y Taiana, con Urribarri y ahora con La Cámpora.

 ¿Somos todos compañeros? No tengo la menor duda sobre esto.

¿Somos todos lo mismo? No tengo la menor duda de que no lo somos. Ni un poco. Todos tenemos estilos diferentes, planteamos luchas en diferentes espacios, pero todos queremos lo mismo.
¿Me gusta a mí cómo se manejan en ciertos temas el resto de las agrupaciones que no son Vatayón? En muchas cosas sí y en muchas cosas para nada (existe un acopio y distribución de recursos que si estás o no estás en determinado espacio se complica mucho, y es desesperante, y por eso luchamos también desde nuestra agrupación) pero en lo que buscamos filosófica y pragmáticamente, no hay duda alguna: equidad, inclusión y desarrollo.

Muchos (no tantos, somos una de las agrupaciones más chicas del país y con más capital simbólico gracias a las múltiples operaciones de prensa de las que fuimos víctimas) odian cómo hacemos las cosas nosotros en Vatayón.

A veces acertamos, a veces no y no siempre vamos a estar de acuerdo en todo.

Pero la trinchera es la misma y el enemigo es el mismo y cuando apuntamos, jamás apuntamos para otro lado que no sea al que apuntamos todos.

Igual, si te tengo que recomendar, no lo dudo: vení a militar con nosotros.

Ya.

 No hay más tiempo y queda mucho.

6- Con el Oso, responsable por Vatayón de La Carbonilla, discutíamos bastante el sábado sobre la reacción de los compañeros respecto al discurso. Palabras más o menos (je), llegamos a la conclusión que para hacer un análisis político, no se puede quitar del medio la cosa emocional. Y la verdad es que con tanta emotividad ahí, en ese escenario de un acto al que no fuimos (era un acto de una agrupación, no de Unidos y Organizados por más que los afiches digan otra cosa), todo lo que vimos fue una pasión que se diferencia años luz de cualquier otro escenario pantagruélico de los candidatos opositores: nosotros hablamos de hacer más, de crear más, de seguir sumando, cuando todos los otros "candaditos" hablan de hacer menos, de sumar menos y de acotar lo que venimos haciendo.

¿Querés que discutamos lo malo del kirchnerismo? Yo prefiero corregir eso, y celebrar lo bueno. Los Otros, lo que hacen es repetir y repetir qué cosa harían mejor que nosotros, usando de metro patrón a las medidas de este gobierno, por la positiva o por la negativa. Así que le guste a quien le guste y le moleste a quien le moleste, la Jefa es la Jefa de todos y de todas.

7- Quizás lo que menos impacto tuvo en los compañeros y no compañeros que escucharon ese discurso, fueron las referencias a escenarios y discursos que ya escuchamos muchas veces: señoras, señores, señoritas y señoritos, quien estaba hablando arriba del escenario es quien sugiere por dónde ir, quien delinea las estrategias comunicacionales y muchas veces políticas de este Gobierno. A nadie debería asombrarle entonces estar escuchando al autor de lo que venimos escuchando y diciendo, desde 2010 en adelante.

Lamentamos contarles a todos que ese hombre que habló ahí, el compañero Máximo, es un asesor del re carajo que entiende bastante de política, y entonces no es el gordito boludo que juega al play que te quiso vender el pasquín Noticias.

Es posible también que en un acto de sinceridad extrema, Máximo haya hablado como habla, porque así es como habla: arriba de un escenario o abajo de un escenario.

¿Les duele?

Sí. Como este proyecto, que a tantos les duele y a tantos nos enamoró y seguimos casados con esta idea.

Estas zanjas que ves en esta foto, las estamos haciendo con Vatayón todos los sábados para que no se inunde el Barrio Juan Perón. Esto es kirchnerismo, por supuesto que no el único, y no es, me animo a decir aunque muchos se ofendan, ni peronismo ni socialismo ni guevarismo. Esto es ahora.

Perdón todos, pero a mi me tocó morir a Néstor y por eso vivo.

8- El sábado pasado, también, mientras hablaba Máximo, en La Carbonilla terminábamos una pintada de Unidos Y Organizados, en el Playón que hicimos desde esta fuerza política (Vatayón, Kolina, La Cámpora, Militancia Popular, Nuevo Encuentro y muchas más) y no de otra. Claro que ahora aparecieron punteros de Massa en el barrio diciendo que eso lo hicieron ellos, pero el barrio sabe que no es real. En ese barrio, también y desde Vatayón, hicimos un montón de esterilizaciones de animalitos con nuestras compañeras Bea y Gimena. Eso también es kirchnerismo. Te guste o no. Y todos los días damos la merienda ahí.

Si sabés de alguien que nos pueda donar galletitas, azúcar, leche en polvo y yerba, nos harías un gran favor: tanto en ese barrio como en Matanza, las cosas que servimos y preparamos las garpamos nosotros de nuestro bolsillo o con donaciones de la gente que dona, y cada vez nos cuesta más.

9- Este sábado, Juan José Campanella nos abre el Village Recoleta para pasar Metegol para 200 chicos de ambos barrios. En 3D. Muchos de esos niños y niñas nunca fueron a capital, muchos nunca fueron a Recoleta (mejor) y muchos nunca fueron al cine, menos a una función 3D, gratis y exclusiva para ellos.

¿Qué contradicción encontramos en hacer algo con alguien abiertamente opositor como Campanella?

Ninguna.

Campanella tampoco encuentra contradicción en hacer algo vía nosotros para esos niños y niñas: la semana pasada fuimos a ver "Parque Lezama", su obra de teatro, invitados por él, con los vecinos de los barrios.

Y eso que nosotros fuimos acusados de sacar presos para actos kirchneristas. No es joda.

10- Una vez hablando con Claudio Quero, me decía que al Diego no lo odian por haberse mandado mocos en su vida, por declaraciones explosivas o por las cosas que hace. Me decía Quero (que es muy parecido a Bulat), que al Diego lo odian por esto. Por esa foto. Por haber sido eso. Por seguir siendo ese chico con una mochilla llena de garra y sangre. Por haberle ganado a lo que "la gente" decía que tenía que ser. Por haber esquivado a un predestino al que empuja la sociedad a cada pibe o piba pobre, en todo el mundo. Tenía y tiene razón, Quero.

Ojalá un día podamos torcer todos esos predestinos que tienen muchos hermanitos y hermanitas. Sí o sí, necesitamos que nos des una mano.

¿Jugás?






* Juan Soriano es referente de Vatayón Militante. El texto fue publicado originalmente acá.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Cerati & Nietzsche



por Esteban Dipaola

Si pensamos tan sólo en el título del último disco que nos legó Gustavo Cerati, podemos advertir ya el resplandor de unas huellas de escritura y musicalidad nietzscheana. Fuerza natural tranquilamente podría ser también el título de algún libro de Friedrich Nietzsche. De hecho, el pensador Gilles Deleuze más de una vez ha aseverado que Nietzsche es el filósofo de las fuerzas… las fuerzas del devenir, pero, en verdad, todas las fuerzas, cualquier fuerza es un impulso de transformación, de metamorfosis, cambio. Más aún si pensamos en algo como una fuerza natural, quizás allí Cerati estaba legando definitivamente su proceder nietzscheano, un eterno retorno de lo diferente (¿acaso alguien que no se deje exceder por falsos fanatismos y triviales rivalidades podría decir seriamente que un disco de Cerati es igual a otro?).

Esa afluencia de fuerza nietzscheana en el proceder musical de Cerati es apreciada, sobre todo, en sus letras. En el segundo tema de este disco, Fuerza natural, Gustavo nos anticipa: “todo es mentira, ya verás, la poesía es la única verdad” y añade, casi para dejar en claro su manifestación poético-filosófica: “sacar belleza de este caos es virtud”. Es posiblemente, si se me admite algún nivel de exageración (o no), uno de los momentos más nietzscheanos de eso que, con precisiones contrapuestas, podemos llamar rock nacional. Que la canción en cuestión además se llame Dejà vu otorga un carácter necesariamente y aún más filosófico a la cuestión.

Cerati, entonces, siempre ha tenido esos impulsos de experiencia nietzscheana, de “fuerzas” –para decirlo otra vez con Deleuze–. Lo ya mencionado acerca de Fuerza natural, pero también se puede recurrir a otros discos, otros títulos: Ahí vamos, se evidencia una potencia del aquí y ahora y un frenesí del lugar y del desplazamiento: es aquí y ahora que ahí vamos, es ahí en ese lugar, en ese espacio que vamos, es decir, que nos desplazamos. De la misma manera puede referirse a Siempre es hoy, otra vez ese remitir al instante, la potencia del aquí y ahora, no como quietud del presente, sino, otra vez, como desplazamiento, devenir… Nuevamente, fuerza… “Gracias por-venir” dice Cerati en Puente, el corte difusión de Bocanada, allí tenemos, definitivamente, esa fuerza del aquí y ahora y del desplazamiento: hay algo que viene y es el porvenir, es un impulso, una renovación, un eterno retorno.

Pero todavía es posible detenerse no solamente en las recurrencias nietzscheanas de la musicalidad y la poesía de Gustavo Cerati, sino también atender con más precisión a la misma literalidad de sus letras. En Camuflaje, canción incluida en el disco Siempre es hoy, Cerati expone en su letra una frase prácticamente textual de Nietzsche: “todo lo profundo ama el disfraz”, canta Cerati; mientras en Más allá del bien y del mal, Nietzsche escribía en el parágrafo 40: “Todo lo que es profundo ama la máscara”. Nietzsche en tal expresión pretende romper, atacar toda una tradición del pensamiento filosófico que se instituye como condición de Verdad, asumiendo, el filósofo alemán, el carácter ficticio y múltiple de la realidad, mostrando que entre los signos no hay verdades, sino precisamente signos, es decir, fuerzas de interpretación: “hasta que el texto desapareció bajo la interpretación”, dice también Nietzsche en el parágrafo 38 del mismo libro que referimos. Gustavo Cerati, por su parte, propone un juego entre la textualidad del texto del filósofo y lo que ese filósofo enseñó, esto es, justamente, que no hay texto sino interpretaciones, nuevas formas de introducir el texto en sus retornos. La letra de Cerati hace retornar el texto de Nietzsche como un texto-otro, encontrando una nueva forma de expresión en la poesía y musicalidad de Cerati que posibilita ya no la referencia filosófica que induce a atacar la verdad a martillazos, sino, precisamente, la experiencia musical que habilita transformar los textos nietzscheanos en múltiples interpretaciones, en ficciones de algo nuevo.

Además, y siguiendo con sus metáforas críticas sobre la noción y la responsabilidad de la verdad, Nietzsche afirma en el parágrafo 81 de Más allá del bien y del mal: “Es terrible morir de sed en el mar”. A su vez, Gustavo Cerati en otra canción de Siempre es hoy, titulada Nací para esto, canta: “lo terrible del mar es morir de sed”. Esa literalidad de la referencia de Cerati a Nietzsche, atraviesa toda una intertextualidad que es poética y musical a la vez. Cerati hace funcionar las metáforas expuestas por Nietzsche en otras experiencias armónicas y melódicas. No es simplemente que reproduce el texto nietzscheano como cita, más todavía, lo transforma, lo metamorfosea en canción, lo hace devenir onda sonora, fuerza rítmica, Nietzsche convertido en un nuevo juego, atravesado por nuevos ritmos. Más sobre esto deberíamos decir, si por ahora no fuera tan sólo un esbozo de pasajes musicales y poéticos, cuando atendemos a que Nietzsche al analizar el lenguaje en perspectiva musical, dice respecto a Wagner que lo que debe hacer la música de este último es “cambiar de piel”; y escuchamos que Cerati expresa en la canción Otra piel del disco Ahí vamos: “si el lenguaje es otra piel, toquémonos más”. Se entiende, entonces, no sólo la literalidad, la cita, la intertextualidad y su transformación rítmica, sino además, una consistencia de atravesar las fuerzas del pensamiento nietzscheano. Cerati no invoca ni reproduce a Nietzsche, más claramente desprende las fuerzas de aquellas ideas en melodías y armonías que rápidamente devienen algo nuevo respecto a esa literalidad de la cita.

Canción animal es quizás un título de disco más deleuziano que nietzscheano, pero allí también Cerati atraviesa con sus letras la experiencia del pensamiento del filósofo alemán. Sueles dejarme solo, quinto tema de ese disco de Soda Stereo, es un tema nietzscheano desde su propia fuerza rítmica, podría decirse, incluso, que es un tema armónicamente nietzscheano, un “cambio de piel”. En esa canción, y con esa letra, Gustavo Cerati canta, casi grita –en el mejor sentido–: “Nena nunca voy a ser un superhombre… y sueles dejarme solo”; lo primero que nos atraviesa, nos llama y convoca es la idea del “superhombre”, ahí la referencia es literal, exacta, específica, casi que se la podría hasta soslayar admitiendo que todos conocemos que el superhombre es un concepto nietzscheano, que precisamente refiere a la fuerza material y práctica de interpretación, etc. Pero aquí Cerati atraviesa la literalidad del texto nietzscheano y lo transforma en una experiencia amante: Nena nunca voy a ser un superhombre y sueles dejarme solo, dice. Es a la mujer, a lo amado que Cerati expone la fuerza de la idea nietzscheana, y acaso ¿no podría pensarse que es Nietzsche quién más de una vez refirió esa idea –esta misma idea de la imposibilidad de ser un superhombre y la soledad– a esa mujer amada que es/era la verdad y que los filósofos a lo largo de toda la historia jamás han entendido, según el propio pensador expresa?..

La misma canción de Soda stereo dice: “afuera el frío embiste, adentro el vértigo”; mientras en Así habló Zarathustra, Nietzsche hacía decir al profeta: “allí afuera el frío existe, aquí adentro es el vértigo”. La palabra de Nietzsche se convierte otra vez en metamorfosis de la poesía de Cerati, por eso, nuevamente debe decirse que no se trata de una simple cuestión de cita, sino, en términos nietzscheanos, de una “voluntad”, una “fuerza natural” que transforma la poesía por-venir, como un impulso, una “fuga del sentido”, un “eterno retorno”, porque, a fin de cuentas, “todo lo profundo ama el disfraz”.

martes, 9 de septiembre de 2014

Fuerza Natural (Cerati x Aloras)

por Gonzalo Aloras *

El último disco editado por Gustavo Cerati, Fuerza Natural, dibuja un horizonte en el devenir del pop-rock argentino, transformado en las últimas décadas en algo más “simpático” que musical, y más destinado a sostener banderas barriales -aunque sean las banderas lánguidas de Palermo Hollywood- y de marketing de turno, que a sensibilizar los oídos y abrir mundos perceptibles en la juventud. Hay en cambio, en este material de Cerati, canciones que producen un verdadero viaje-viraje, timoneado por este importante músico de cincuenta años, que atraviesa invicto, con su recorrido ascendente, casi toda la historia del rock local, sin haber tenido necesidad de aggiornarse tontamente a los nuevos parámetros de valoración del mercado (que gritan al unísono: ¡arriba la tontería!). Este disco fue innovadoramente compuesto por Cerati solo con un pequeño controlador midi y un computadora, sin utilizar instrumentos musicales tradicionales, aunque luego, durante la grabación, hayan sido las guitarras acústicas las que definieron el color de la obra. Se percibe el desafío: alcanzar fuerzas que usualmente se consiguen con la electricidad de las guitarras rockeras (Ahí vamos, su disco anterior) a través de instrumentos acústicos y de arreglos minuciosamente diagramados con ese fin .Aparecen, por primera vez, acordes y alteraciones armónicas no implementadas en el resto de su obra, así como gestos de la canción folk, dejando entrever su admiración y su orgullo por formar parte de la línea compositiva clásica argentina (Spinetta, García, Nebbia, etc.). 

Por otro lado, las letras (siempre en esa extraña línea nietzscheana de sus textos) que fueron escritas recién sobre el tramo final de la producción y en clave surrealista-psicodélica, ameritan ser leídas más allá de sus respectivas músicas, como breves textos, improntas, signos que expresan trayectos, visiones claras y situaciones tan amenazantes como insignificantes, tomadas con la calma de una contemplación zen-pampeana. 

Amor sin rodeos

Carretera
las distancias son enormes
más allá del horizonte
la llanura nos espera.
A campo traviesa
hacia donde el sol se esconde
donde jamás pude ocultar
mi corazón.
Me confesaste
un amor sin rodeos
que la inocencia nos proteja
ahora que todo es más
perverso.
Por mi cabeza ya pidieron
recompensa
pero no hay precio por robar
tu corazón.
Pueblo chico, infierno grande
somos caballos salvajes
ya desafiamos la ley
de trampas se hizo la ley.
Por la ruta
de jinete enmascarado
se escuchan los disparos
preparan la emboscada.
Y en alambrados
como pentagramas
los pájaros tocando
tu canción.
Porque no hay precio
por robar tu corazón
no hay precio por robar
tu corazón
no hay precio por robar
tu corazón


No hay otros ejemplos entre los músicos populares argentinos de su generación que dediquen tanta pasión a la producción y le den tanta importancia a la experimentación, a la tímbrica, a las sonoridades, a la instrumentación de cada uno de los versos, a la decisión en los materiales, al proceso mismo de grabación y mezcla; en otras palabras: al amor por el audio. Pues acaso si los hay entre aquellos cantantes que saben rodearse de profesionales y logran un refinado producto, no son artesanos en la concepción general del proyecto. Gustavo Cerati es un escultor: esculpe el audio de sus canciones en el aire (junto a su invalorable equipo de labor: técnicos y músicos). Este arduo trabajo sonoro que denota horas modelando arreglos, sonidos y efectos, sumado a los aciertos compositivos y líricos de al menos las cinco canciones que aquí se transcriben, hacen de este disco un techo, un umbral de la época pop argentina y un faro para aquellos que, fuera de todo prejuicio perceptivo, esperan siempre dar con algún registro intenso, alegre y renovador para sus oídos, sea cual fuere su autor, su procedencia. 

Se trata un disco maduro: el resultado de un artista que ha estado la mayor parte de su vida trabajando, esforzándose hasta merecer su propio talento, creando un estilo y gozando a la par de cada uno de sus logros, de sus aciertos creativos, de cada una de sus ideas grabadas y destinadas a durar en su singular eternidad. Amante de las guitarras y los delays, atento a las nuevas tecnologías aplicadas a la musicalidad del audio, cantante con todas las letras del cantor y escritor de las superficies, aventurado y psicodélico. Siempre es hoy para Cerati, quien expresa, con este nuevo material, una ventana al sol para la música local y otro umbral de calidad a partir del cual medir las producciones mainstream, que cuentan generalmente con gruesos presupuestos para su realización. 

Fuerza Natural podría y quizá debería haber sido producido y editado de modo independiente, para sumarse así a la lucha victoriosa de todas las vanguardias del mundo de hoy, por cierto tan admiradas y seguidas desde siempre por Gustavo, que se mueven al margen de los grandes grupos de poder, de manipulación de masas y subjetividades… “Yo solo quiero ser del Jet Set” cantaba en sus comienzos junto a Soda Stereo. Desde una perspectiva estética y vitalista, Gustavo es el más enérgico, dedicado y superficial de los rockeros locales. Y ello, sin duda, forma parte de su encanto y de su extraña profundidad.

#

1 está solo, se entera...
2 diferentes, maneras...
3 veces llamo y respondes
y suena, suena el acorde
4 elementos + el viento
5 estrellas el # que prefiero
6 es el diablo escondido
en el hilo del tiempo
7 rayos misteriosos
8 horizontes infinitos
9 es real, casi disfruto chocar
Cuento hasta 10 y te escondes
Dioses creados
con 10 nombres
Alfa y omega
Todo principio y final
11 mi cumpleaños
12 las lunas en tu año
13 no existe la suerte
los números,
los números no mienten.
1 es así
2 distancias
3 armonizan
4 ruedan más
5 es la magia
6 antes de descansar
7 colores
8 pasos
Nube 9
10 contiene
11 yo
12 vos
13 paré de contar.

* Esta nota fue publicada originalmente en el número 26 de revista La otra, Otoño/Invierno 2012.