Desde hace tiempo, en nuestro país está habiendo un diálogo de sordos; en realidad no se trata de un diálogo, sino de dos grupos que hablan idiomas completamente diferentes. Con una lógica totalmente dispar.
Parto de lo siguiente: No se puede dar por sentado que quien vota a alguien lo vota porque cree que va a gobernar mejor o va a hacer mejor las cosas. O le va a mejorar la calidad de vida a la gente. En muchísimos casos no es así; y no lo es explícitamente.
La estrategia del macrismo ha sido, y es, genial: hacer invisible su gestión. Macri no estuvo gobernando durante 8 años la ciudad de Buenos Aires; por ende, no se le puede pedir cuentas por lo hecho, lo no hecho, lo mal hecho. El conjuga los verbos en tiempo futuro, como alguien que se presenta por primera vez y que propone un cambio.
Entonces: cuando la rana grita, desaforadamente, que Macri, en su gestión, subió al cuádruple el ABL, a más del triple el subte –que eran los dos únicos servicios sobre los cuales podía incidir-, y que seguramente pasaría lo mismo a nivel nacional –paralelamente a que se quiten los subsidios de los servicios restantes, para reducir el gasto público, reducción a la que todos los economistas que lo acompañan adhieren explícitamente- ; cuando la rana denuncia a voz de cuello el recorte presupuestario en salud y educación, el aumento de la mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires, por primera vez en décadas; y cuando la rana quiere hacer oír estos datos puros y duros de la realidad, el escorpión no escucha, no entiende, no le interesa.
¿Pero acaso el escorpión es muy rico, o muy insensible, y no le importa eso? No, al contrario: en muchos casos le cuesta ganar su dinero, trabaja, o está ya jubilado, considera que tiene que apoyarse a la educación pública y que los hospitales tienen que funcionar; los subsidios le han aliviado el bolsillo todos estos años, se molestó mucho cuando subió tanto el subte, incluso empezó a reemplazar, cuando le era posible, algunos viajes en subte por el colectivo. O a pensarlo dos veces si eran pocas cuadras y caminar un poco. Lo del ABL tampoco le gustó ni le pareció justo. Algunos escorpiones, con un departamento de lo más común, pasaron a pagar muchísimo más, porque se reevaluaron las propiedades.
Pero esto no tiene importancia alguna, porque Macri no está gobernando la Ciudad de Buenos Aires.
Nadie habla bien de Macri o de su gestión. Porque no hay ninguna gestión nombrada como tal; él representa una propuesta de cambio a futuro. Nada ocurrió en estos 8 años que dependiera de él, ya que el único gobierno que está en el banquillo es el gobierno nacional. Y el cambio del que se habla todo el tiempo es ni más ni menos que éste: que deje de estar Cristina, o en líneas generales, “los K”.
Las ranas gritan, también, reclamando que la oposición “no se disfrace de lo que no es”; por ejemplo, que no hagan estatuas en homenaje a la Rana Mayor, siendo que históricamente, y desde siempre, la han odiado de todo corazón. Pero es un planteo ingenuo: es como pedirle a una lagartija que no se disimule entre las piedras, o a una serpiente que avise cuando está por atacar. La invisibilidad es un atributo esencial de algunas especies, no es travestismo político.
Esto tiene que ver con lo anterior: que Macri no esté gobernando la ciudad desde hace 8 años hace que ninguna de todas las cosas que pasaron –siempre tienta ponerse a enumerarlas, pero no tiene sentido, porque su gestión no existió, por ende, los actos de su gobierno no existieron tampoco en tanto tales- ; digo, ninguna de todas las cosas que pasaron, pasaron realmente en tanto consecuencias, buenas o malas, de su gestión. Puesto que ella no existió, esas cosas no existen. Así como tampoco parecen haber existido las ocurridas hace no tantos años -20, 15, 10 años- . Son el pasado. La única conjugación verbal que parece tener cabida es la del tiempo futuro.
Esto se relaciona asimismo con algo que lleva al paroxismo la in-comunicación: cuando de un lado se reivindica la “política”, y se piensa y habla en términos políticos, y se valora como bueno o malo lo que fuere en tanto responde a tal o cual política, mientras que del otro lado se considera la “política” misma como mala palabra, o se afirma que “todos los políticos son iguales (ladrones, corruptos, mentirosos, etc.)”, ya es imposible todo diálogo. Podría parecer contradictorio que se vea como un valor que alguien “no venga de la política”, siendo que ese alguien se está dedicando a la política, está presentándose a elecciones, está aspirando a gobernar o efectivamente ya está haciéndolo hace años. Pero es coherente desde esta otra perspectiva: Macri, como “los mercados”, tiene manos “invisibles”, entonces, no se trata de política, no existe en tanto opción política. Y por eso no tiene ningún sentido el exigir que se debatan explícitamente propuestas políticas.
Nadie reivindica la gestión de Macri en estos 8 años; no me refiero, por supuesto, a los que lo critican y han votado por otras opciones, sino a los mismos que lo votaron en cada ocasión, y que están pensando, ahora, en volver a votarlo. No se escucha ningún elogio ni reconocimiento de lo hecho, o siquiera de las propuestas a futuro –propuestas de cambio a la vez que de conservación de “lo que se hizo bien”, aunque eso que supuestamente “se hizo bien”, depende totalmente de decisiones políticas que se quieren “cambiar”. Pero, otra vez, caemos en hablar de política, siendo que el partido se está jugando en otro lado, con otras reglas, en otro idioma.
Este es, pues, un aspecto de la cuestión, que se sintetiza así: la gestión de Macri en la Ciudad, a lo largo de estos 8 años, no ha tenido lugar. Ha habido acontecimientos sueltos, como el desastre de la inscripción en los colegios públicos, el cierre de salas de hospitales, los impuestos aumentados, los derrumbes anunciados de edificios con saldos trágicos, la violencia de la Metropolitana con indigentes y dentro del Hospital Borda, Niembro, los falsos contratos con las radios provinciales, los cortes de luz masivos por negligencia; etc.; pero que no se unificaron alrededor de un nombre propio ni una gestión determinada. La única gestión nombrada como tal ha sido la nacional; y esta nominación toma su fuerza, no de un debate o puesta en cuestión de decisiones políticas, acertadas o erróneas, o incluso de denuncias con pruebas concretas, sino de la repetición mediática de consignas: “los K”, “Hotesur”, “Nisman”, o de la injuria: “la yegua”; denuncias que, en su inmensa mayoría, sólo tuvieron lugar en los medios, por no tener sustento alguno para poder desplegarse a nivel de la justicia. Porque la realidad que contaba, y que cuenta, parece ser solamente la que se visibiliza y se nombra como tal.
Y otro aspecto fundamental tiene que ver con algo muy complejo, que podría resumirse en esta pregunta: ¿es seguro que uno quiera estar bien, estar mejor, o al menos, no estar peor? Sea ese “uno” el individuo, o el genérico “país”.
No, no es seguro.
“Terapéuticamente” hablando, es todo un logro llegar a querer estar mejor, en lo que sea, y actuar en consecuencia. Es algo que se dice todo el tiempo, desde el sentido común; pero no es tan frecuente que ocurra efectivamente.
Kierkegaard, un pensador danés del siglo 19, decía algo muy interesante, con lo que Freud estaría totalmente de acuerdo: él planteaba que muchas personas elegían sufrir, y sacrificar sus vidas, negándose a recibir nada bueno del Otro, con tal de demostrar que ese Otro había fracasado en su gestión. Y que por siempre habría de fracasar. Y también decía que, de esta manera, dichas personas se afirmaban, desesperadamente, en una identidad, en un ser sí mismos, a expensas de ese rechazo al Otro.
Cuando el escorpión, en su travesía por el río, le clava el aguijón a la rana; cuando no puede no hacerlo, afirma desesperadamente su ser escorpión, rechazando todo lo que provenga de la rana, aunque –o porque- eso sea lo único que podría mantenerlo a flote.
Y en esa triste afirmación de su ser, muchos escorpiones se suicidan.
Muchos. No todos.
Excelente nota, ojalá la repliquen en otros lados, un muchos lados. Por las ideas expuestas y por su forma literaria. Gracias por esto. Alicia
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