¿Quién mató a Nisman?
por Pablo Duggan (Fragmento del libro del mismo nombre, "Conclusiones")
Empezando por lo médico-forense, la autopsia del cuerpo de Alberto Nisman, corroborada en sus aspectos más importantes por la Junta Médica, es categórica: en la muerte del fiscal no participaron terceras personas. Es falso que el cuerpo presentaba "sumisión química", no estaba drogado ni borracho, a pesar de haber consumido dos ansiolíticos y una pequeña cantidad de alcohol. Su cuerpo no presentaba golpes más allá de los que causó la caída de su cabeza. No hay signos de defensa alguna por parte de Nisman. Aquí empiezan las preguntas sin respuesta. ¿Cómo se dejó dominar Nisman?, ¿por qué se entregó a una ejecución mortal sin presentar ningún tipo de resistencia? Debe ser uno de los pocos casos en el que, sin un motivo lógico, una persona se entrega a su propio homicidio sin oponer ningún tipo de resistencia. Es algo contrario a la propia naturaleza humana, nadie se deja matar.
El disparo, su trayectoria, el lugar en donde entra la bala, donde queda el arma y el casquillo, todo indica compatibilidad con un auto disparo. Nada en el cuerpo de Nisman habla de otra cosa que de un suicidio. La data de la muerte o IPM es coincidente en todos los métodos que se pueden utilizar para fijarla, todos hablan de un mismo horario aproximado entre las 9 de la mañana y las 2 de la tarde del domingo 18 de enero de 2015. Si se agrega el sistema de cálculo de potasio en humor vítreo, se lleva hasta las 6 de la tarde del domingo. El cálculo de Gendarmería, que indica que la muerte ocurrió a las 2:46 de la madrugada, es inaceptable, poco serio y no académico. Los peritos de la querella y de Gendarmería se esforzaron en encontrar golpes y drogas inexistentes, pero sus argumentos chocaron contra la realidad expresada por la autopsia y la Junta Médica. Desde lo médico, no cabe ninguna duda: la muerte es por suicidio.
La criminalística es la disciplina que aplica los conocimientos, métodos y técnicas de investigación de las ciencias naturales en el examen del material sensible y significativo relacionado con un presunto hecho delictivo, con el fin de determinar su existencia, o bien reconstruirlo, para señalar y precisar la intervención de uno o varios sujetos, llegando así a la verdad histórica del hecho. Utilizando esta definición, todo el resto de la investigación pertenece a la criminalística. En este caso, el elemento principal de análisis para esta materia han sido las manchas de sangre en el baño del fiscal. Esas manchas indican que el cuerpo nunca fue movido, que cayó naturalmente, que Nisman estaba solo en el baño al momento del disparo, que su cuerpo no fue acomodado y que la puerta del baño estaba cerrada. La ausencia de rastros completos de disparo de arma de fuego en las manos de Nisman no indica que no disparó, hay restos no completos y, además, los expertos indican que un registro negativo no invalida que haya disparado.
El complot asesino es una fantasía. En el caso de que hubiera existido, quedarían muchas cosas sin responder. No se sabe cómo entraron a Le Parc sin ser vistos. Si bien las cámaras dejaban puntos sin registrar, había seguridad privada y efectivos de Prefectura de vigilancia. No se sabe cómo entraron al departamento con las dos puertas cerradas desde adentro. Ni aún contando con las llaves pudieron hacerlo, ya que la puerta principal tenía puesta el pasador y las dos cerraduras de la puerta de servicio estaban cerradas y, en una de las dos, estaba la llave puesta. No se sabe cómo lograron meter a Nisman en el baño sin desordenar nada en la casa, todo estaba en su lugar. No se sabe para qué se quedaron en la casa para navegar en internet desde la laptop del fiscal a las siete de la mañana sin ningún sentido. No se sabe cómo salieron del departamento dejando las puertas cerradas desde adentro; es una maniobra imposible. No se sabe cómo salieron de Le Parc ni cómo saltaron la reja perimetral de adentro hacia afuera siendo ya de día, además sin ser vistos. No se sabe por qué Lagomarsino entregaría su propia arma con fines criminales. No se sabe por qué un miembro de su custodia declara que el fiscal le pidió un arma. No se sabe para qué los asesinos llevaron el arma al baño en el paño verde en el cual le fue entregada por Lagomarsino.
Por todo lo expresado, desde el punto de vista criminalístico no hay ninguna duda: la muerte de Alberto Nisman se trató de un suicidio.
El aspecto que ha convertido a este caso en un enjambre de dudas y suposiciones fantasiosas es la situación personal del fiscal. Cuatro días antes de morir se convirtió en el enemigo público número uno de la Presidenta de la Nación en ejercicio. Contrariamente a lo que muchos piensan, esa situación lo transformó en alguien intocable. Jamás puede convenirle a alguien que su peor enemigo muera para convertirse, así, en su principal sospechoso. (...)
Por otra parte, como se vio en el desarrollo de la denuncia presentada por el fiscal, nunca tuvo en su poder más pruebas que las que hizo públicas el 14 de enero. Por lo tanto, su presencia en el Congreso no podía agravar la denuncia contra la Presidenta. Teniendo en cuenta el escaso o nulo volumen probatorio de la denuncia, más las circunstancias particulares de presentación -en medio de la feria judicial-, su presencia y el cuestionario de los legisladores podía ponerlo en serios problemas, como ya especulaban algunos diarios no afines al kirchnerismo. La suposición sin fundamentos de que podía tratarse de un crimen político no resiste análisis lógico. El daño que la muerte de Nisman le hizo al kirchnerismo fue enorme. La realidad prueba que carece de sentido común pensar que el kirchnerismo pudiera haber mandado a matar a Nisman, más allá de que nada indica que el crimen político sea una herramienta utilizada por sector político alguno en nuestro país. (...)
Solo cabe concluir que la muerte de Alberto Nisman, ocurrida el domingo 18 de enero de 2015 en su departamento del complejo Le Parc en Puerto Madero se trató de un suicidio. Contestando la pregunta que formula el título de este libro, Nisman mató a Nisman.
¿Un homenaje a Nisman? ¿Monumento al encubrimiento?
por Memoria Activa
¿Por qué siguen usando su muerte políticamente? Fácil: porque necesitan seguir encubriendo, perpetrar la impunidad en el caso AMIA y salvarse, porque ellos también son responsables de que no sepamos qué pasó. ¿Acaso no se acuerdan que los familiares hace años que le reclamamos a Nisman que trabaje e investigue? ¿No se acuerdan de lo que hizo con los fondos de la UFI-AMIA? ¿Y de los negocios sucios y el dinero que recibió en cuentas extranjeras? ¿Su relación con la SIDE y EEUU? Claro que saben. ¿Y por qué insisten con Nisman, los monumentos y homenajes? Porque la atención hay que desviarla. Para que no se hable de que la DAIA/AMIA siguen encubriendo el atentado. ¿Por qué? Porque ellos participaron: con Beraja a la cabeza y las dirigencias que siguieron.
Queda claro. Hagan el monumento. Y háganlo -como debe ser- en la AMIA/DAIA. Monumento a la mentira, al encubrimiento y a la entrega de las instituciones comunitarias a intereses políticos opuestos a la búsqueda de verdad y justicia.
Sigan haciendo monumentos.
Por favor.
Así nos marcan el camino de la impunidad y, por tanto, el que estamos y estaremos seguros de no tomar nunca.
Llamamiento Argentino Judío
El 18 de enero se cumplen cuatro años de la muerte de Alberto Nisman y la derecha vernácula —incluida la judía expresada por la DAIA y la AMIA—, junto a la que gobierna Israel, no pierden oportunidad en presentar al exfiscal como un héroe.
Este año se inaugura en Israel un monumento en homenaje a Nisman cercano a los que recuerdan a las víctimas de los atentados a la Embajada y a la AMIA y aledaño a los que rinden homenaje a los 2.000 argentinos judíos desaparecidos por la dictadura cívico-clerical-militar.
Resulta evidente la desesperación que les genera el hecho de que la Causa en la que se pretende adjudicar la muerte de Nisman a un asesinato se está desmoronando. Este homenaje resulta una obvia operación de la Cancillería argentina en connivencia con el Gobierno israelí.
El Gobierno de Israel, escondiéndose detrás del Fondo Nacional Judío (KKL) — una ONG que es una cuasi agencia gubernamental— en un acto de injerencia inadmisible en la política interna argentina, toma partido en una controversia en la cual la Justicia argentina aún no se ha pronunciado sobre la causa de la muerte de Nisman.
El comunicado del KKL —erróneamente adjudicado en un principio a la Cancillería israelí y en el cual anunciaba la presencia de altas autoridades parlamentarias y gubernamentales junto al embajador argentino Mariano Causino— convocando al homenaje dice en su texto que a Nisman lo asesinaron. Ante la enorme repercusión y repudio por esa afirmación injerencista, rápidamente cambiaron “asesinado” por “encontrado muerto” adjudicando el error a la desafortunada redacción de una persona que no conocía a fondo el caso y que pertenece a una oficina de prensa ¡tercerizada! Cosas del neoliberalismo…
El grado de desaprensión de este ida y vuelta en clave de comedia de enredos muestra qué poco les interesa la persona de Nisman salvo para ser utilizada como herramienta geopolítica en la disputa de Israel con Irán.
En el marco de la política local, otro que pretende llevar agua para su molino es el hoy diputado de Cambiemos y exvicepresidente de la DAIA Waldo Wolff. Anunció que presentará un insólito proyecto de ley en el Parlamento para promover la construcción —en el edificio de la AMIA— de un monumento en homenaje al fallecido fiscal. Esta propuesta mereció un decidido comunicado de Memoria Activa —al que adherimos en todos sus términos— en el cual se hace una acertada pregunta: ¿Un homenaje a Nisman o un monumento al encubrimiento?
El LLAMAMIENTO Argentino Judio denuncia una vez más, como lo viene haciendo desde hace cuatro años, la espuria utilización de la muerte de Nisman tanto en la política local en favor de los intereses de la derecha neoliberal hoy en el gobierno, como en la geopolítica internacional a favor objetivos que nada tienen que ver con el interés nacional.
La presencia de las dirigencia de la AMIA y la DAIA en la inauguración del monumento en Israel muestran una vez más su alineamiento y subordinación a las derechas de aquí y de allá, conducta por la cual deberán rendir cuentas ante la historia.
Marcelo Horestein – Secretario
Nota del editor: Esta nota de Graciela Mochkofsky* para Haaretz fue escrita pocas semanas después de la muerte de Nisman. Nisman fue enterrado en el sector de los mártires en el cementerio judío de La Tablada junto a las víctimas del atentado a la AMIA. La nota de Mochkofsky fue traducida al castellano por La otra.
The evidence gathered by Nisman openly contradicts his accusations, further weakening the investigation into the 1994 bombing of the Buenos Aires Jewish center.
By The Forward and Graciela Mochkofsky
Hay una creencia ampliamente extendida, sobre todo fuera de Argentina, de que el fiscal especial Alberto Nisman murió porque estaba a punto de exponer un pacto criminal entre la presidenta Cristina Kirchner y el gobierno iraní para encubrir la responsabilidad de éste en el atentado de un centro comunitario judío de Buenos Aires en 1994. Según esta versión fascinante de los acontecimientos, las fuerzas poderosas -muy probablemente el gobierno al que él estaba acusando, tal vez Irán - habrían asesinado a Nisman para mantenerlo en silencio.
Si usted es una de las muchas personas que están viendo esta película, tengo que algo para advertirte: la lisa y llana desestimación del juez Daniel Rafecas de la acusación que Nisman le va a arruinar bastante el argumento.
No conozco a nadie que en Argentina considerara héroe a Nisman antes de que fuera encontrado muerto en su apartamento el 18 de enero. El era parte de una especie nacida y criada en mi país, un espécimen del sistema politizado de la justicia federal -típicamente, alguien que fuerza la ley, dispone de medios por encima de sus posibilidades y siempre está cerca del poder. Nisman también era conocido entre sus colegas por sus estrechos vínculos con los servicios de inteligencia de Argentina. Los servicios han estado por mucho tiempo involucrados en el espionaje político, la financiación de las campañas políticas, el soborno de los jueces y legisladores, y cada operación sucia que pueda imaginarse.
En 1997, cuando participó por primera vez en el caso AMIA- tal como se conoce en Argentina a la mutual comunitaria judía- Nisman era un fiscal joven y ambicioso que se proponía hacer carrera en el entonces recién inaugurado sistema de juicios abiertos.
Su tarea consistía en hacer presentable el engendro inventado por el juez Juan José Galeano. Con pruebas falsas, Galeano y otras autoridades habían acusado a un grupo de policías corruptos de ser la "conexión local" en el atentado.
¿Por qué no esperó Nisman hasta que la feria judicial hubiera terminado? Debido a que, según numerosos testimonios, temía que el gobierno fuera a sacarlo de su cargo, como parte de una reforma judicial más grande. (Varias de esas reformas se introdujeron el 31 de diciembre y ese mismo día, Nisman cambió su pasaje de vuelta desde España).
La primera jueza que recibió la acusación de Nisman la rechazó como infundada. Los dirigentes de las entidades judías se negaron a acompañarlo en el Congreso (aunque después empezaron a apoyarlo post-mortem). Las asociaciones de familiares de las víctimas no sólo rechazaron la acusación, sino también al mismo Nisman: habían estado pidiendo su remoción del caso desde el principio.
El 18 de enero Nisman fue encontrado muerto, con un disparo en la cabeza con una bala calibre 22 en el interior del baño de su departamento ubicado en la planta 13ª en el elegante zona de Puerto Madero de Buenos Aires.
Con el país en estado de shock - con la mitad de la población creyendo que fue un asesinato y el 77% convencido de que la verdad sobre su muerte nunca se sabrá, de acuerdo con una encuesta nacional [realizada en ese momento]- la acusación de 289 páginas presentada por Nisman estuvo disponible online. Sus acusaciones de encubrimiento -se comprendió después- se basaron en dos notas periodísticas endebles y cientos de horas de conversaciones telefónicas interceptadas entre operadores políticos periféricos alineados con el gobierno, un delincuente que intentó pasar como agente secreto y el líder de la comunidad islámica en Buenos Aires, que es también un agente de los intereses iraníes en Argentina.
Varios de los juristas más destacados del país estuvieron de acuerdo en que no había ninguna evidencia para probar que se hubiera cometido algún tipo de delito. Pero con los manifestantes en las calles en homenaje a Nisman, el fiscal federal Gerardo Pollicita tomó el caso y presentó la acusación de nuevo.
El 26 de febrero, Rafecas lo demolió.
Su desestimación de 63 páginas es devastadora: No sólo no hay en el último documento de Nisman "siquiera evidencias circunstanciales" del supuesto encubrimiento u obstrucción a la justicia -escribió el juez- sino que las pruebas reunidas por el propio Nisman contradecían abiertamente sus acusaciones. En esencia, el juez planteó tres puntos.
En primer lugar, dado que el memorando de entendimiento nunca se puso realmente en práctica -el Parlamento iraní no lo aprobó, y un tribunal argentino lo declaró inconstitucional -el presunto delito nunca tuvo lugar.
En segundo lugar, Nisman acusó a Timerman de tratar de cancelar las órdenes internacionales de arresto de Interpol contra los sospechosos iraníes. Rafecas demostró con testimonios y documentos de la Interpol y la Cancillería argentina que sucedió todo lo contrario: Timerman insistió en que las órdenes de captura conocidas como "notificaciones rojas" mantuvieran su vigencia antes y después del acuerdo con Irán. De hecho, aún están en vigencia. "No hay una sola prueba, un solo indicio que apoye la hipótesis del fiscal de que.... Héctor Timerman haya siquiera planeado o preparado un intento de encubrimiento", escribió Rafecas. "Si hay algo que se hace evidente en las conversaciones telefónicas grabadas (entre los agentes iraníes y sus pares argentinos), es que [Timerman] era el enemigo a ser vencido."
En tercer lugar, las conversaciones telefónicas grabadas con participación de personas que no son funcionarios públicos, podrían haber sido, en el mejor de los casos, intentos de un plan que nunca fue puesto en acción -es decir, el supuesto intercambio de impunidad por el petróleo. Rafecas mostró que no hay rastro de ningún vínculo real [de estas tratativas] con el gobierno argentino, sino apenas manifestaciones de mucha jactancia entre personajes de poca monta.
La hipótesis criminal de Nisman, concluye el juez, "carece de toda validez."
Y luego empeora. Rafecas reveló que Nisman escribió presentaciones contradictorias en el mismo mes de su muerte: por un lado, su acusación explosiva; por el otro dos documentos, ambos con su firma y fecha de enero de 2015, en los que elogió los esfuerzos del gobierno para llevar a los sospechosos iraníes a la justicia, reconociendo que el único objetivo de Kirchner era seguir adelante con la investigación. Lo único de lo que se quejó fue que, en sus negociaciones con Irán, el gobierno argentino estaba aceptando algunas de las condiciones de Irán en lugar de obligar al país a entregar a los sospechosos. En ninguna parte de estos dos documentos, que los empleados de Nisman entregaron a Rafecas después de su muerte, el fiscal acusa al gobierno de encubrimiento.
¿De dónde sale esta idea [de la acusación de Nisman de que el gobierno se proponía] abandonar la investigación del atentado? ¿Significa esto que los iraníes son o no son culpables de planear o de llevar a cabo el ataque? ¿Y por qué?
"No sabemos nada, nada, nada en absoluto" responde a estas preguntas Diana Malamud, dirigente de Memoria Activa, una de las tres organizaciones de familiares de víctimas de la AMIA. En casi 21 años desde el atentado, ha habido tantas hipótesis y maquinaciones, agrega Malamud, que, "si alguien me dice hoy que no hubo bomba, yo lo tendría en cuenta".
* Graciela Mochkofsky es una periodista argentina que escribió una notable biografía de Jacobo Timerman. Actualmente es becaria de la Fundación Prins en el Center for Jewish History de Nueva York. Esta nota fue publicada originalmente el 10 de marzo de 2015 en el sitio Haaretz con el título Why slain prosecutor Alberto Nisman is no hero for Argentina - or the Jews. Haaretz es uno de los medios periodísticos israelíes más importantes del mundo.
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