sábado, 26 de octubre de 2013

Por qué soy kirchnerista

Mi nombre es Juan Sebastián Soriano. Mi DNI es 28062691. Tengo 33 años, vivo en Santos Lugares, donde nací.

Soy el referente de Vatayón Militante, esa agrupación con la que Clarín se ensañó para decir que éramos los más malos, titulando un montón de veces que nosotros sacábamos presos para actos kirchneristas, cosa que se comprobó absolutamente falsa.
Pero no es de lo que quiero hablar.
Quiero hablar de otra cosa, quiero contarles a todos y a todas por qué carajo soy kirchnerista.

Soy kirchnerista porque sé que todos los bebitos y bebitas que nacen ahora, tienen por derecho, una Asignación Universal por Hijo, que no es otra cosa más que guita, plata, para que puedan comer y beber. Y también sé, aunque muchos digan que no es así, lo sé, que para que le den esa guita a la madre, tienen que presentar obligatoriamente los certificados de vacunación y de estudio.
Las vacunas son gratis. Ir a la escuela también.
Podría decirte un montón de otras cosas de por qué soy kirchnerista y por qué defiendo a este proyecto a largo plazo. Podría contarte que este gobierno es el que tiene la decisión de dar créditos, préstamos, nada de regalar, a las personas que quieran y puedan tener su casa propia. Y eso no es joda. Porque para que una persona pueda tener su casa propia, hay mucha gente que trabaja en la construcción, en las inmobiliarias, haciendo laburos de pintura, electricidad, carpintería, techos, suelos, paredes. Estamos hablando de casi doscientas cincuenta mil casas que se están construyendo.

Esto no es joda.
Podría decirte, hermano o hermana, que soy kirchnerista y soy como vos. Igual a vos.
Me gustan las películas que mirás: a mí también me gusta Tarantino, y escucho a Los Ramones. Me encantan los Redondos, Almafuerte. También me gusta mucho Daft Punk.
Y me encanta que un gobierno diga con exactitud lo que va a hacer y que luego lo haga.
Ya sé lo que me vas a decir: que en la política roban.
Te voy a contestar una cosa por la que muchos compañeros me van a querer matar: puede ser que roben. Puede ser que en la política en general, se robe.
Yo de hecho, conozco a muchos en la política que son hijos de puta, porque otro nombre no tienen, que me parece que roban.
Tipos y tipas que se acercan a la política para poder tener un mejor auto. Un mejor negocio. O que la policía no les toque el culo. Que no quieren hacer las cosas mejores para el pueblo.
Y sé que no conozco ni a la mitad de estos hijos de puta.

Pero también conozco a muchas madres y padres, familias enteras a las que les cambió la vida el kirchnerismo, y es por esto que te estoy contando: la Asignación Universal por Hijo. No sé de quién fue la idea, puede haber sido de Carrió, de Pino Solanas, de Kirchner, de cualquiera. Pero la fuerza política que dijo: “Podemos y tenemos que hacerlo”, fue ésta, el Frente Para la Victoria, muchas personas a las que les gusta la política, y que hacen lo que hacen porque no duermen pensando en esto.

Mi vieja, hablando de madres, es jubilada docente, fue directora de un jardín de infantes en el barrio durante cuarenta años, y el año pasado se fue a Estados Unidos por primera vez, con su jubilación. Es kirchnerista, y no lo era, pero tiene dos aumentos anuales en su jubilación.
Yo hago política. Abiertamente. Milito. Vamos con mi agrupación a los barrios a tratar de acercar el Estado al pueblo. Escuchamos a la gente. Vemos qué está mal. Les contamos qué pueden hacer para estar mejor. Nos enojamos. Nos ponemos tristes. Celebramos y nos ponemos felices con pequeñas victorias, también. Y lo hacemos muchos, mucho tiempo, cuando podemos, como podemos, porque queremos y porque podemos.


Y yo me muero por este proyecto porque me muero si un nene o una nena está mal. Me muero un poco cuando veo que hay pobres o villas o asentamientos y no llegamos. Me muero cada día cuando veo que una nena nace mal, vive mal y va a estar mal. Me muero cuando la urgencia le gana a la vida y me duele la cara al hablar de kirchnerismo, saberme militante y saber que no puedo llegar a todos lados. Me muero todos los días porque sé que lo que hacemos desde el peronismo, nunca alcanza del todo. Me muero como vos por no poder hacerlo. Pero te aseguro que doy la vida por esto. Doy la vida por mejorar todo. No estoy usando un eufemismo: yo sé lo que es no poder dormir, no comer, dormir en el suelo, sentirte golpeado, vapuleado, castigado, por querer hacer algo en nombre de un proyecto.

No milito por Cristina.
Milito a Cristina, porque Cristina representa lo mejor posible en mucho tiempo, por los niños y las niñas de mi país, a los que amo con los ojos cerrados y los abrazo haciendo cuando puedo hacer, y eso es todo el tiempo.

Podrás preguntarme a qué me dedico. Y te lo cuento: laburo para este Gobierno, y eso me llena de orgullo.
Mi cargo tiene que ver con la creatividad, porque laburé muchos años de creativo publicitario y también de guionista. En publicidad podría estar cobrando cerca de diez mil pesos: cuando me retiré había ganado muchos premios. Muchos de verdad.
Como guionista de televisión, podría estar ganando cerca de veinte lucas, no es joda, de verdad, eso paga la televisión en Argentina. ¿Sabías que somos el cuarto productor mundial de material audiovisual? Esto no es joda, esto es un hecho, está chequeado.

Yo elegí un día dedicarme a la política. Mandé muchos mails. Muchos de verdad. Traté de buscar a alguien que me abra una puerta. Traté de entrar y de mostrar qué es lo que sé hacer, y que de puta casualidad, es lo que me gusta. Y lo conseguí.
A fuerza de mucho laburo, de bancarme mucho tiempo sin nada para comer, literalmente. La computadora que tengo en mi casa me la regaló una compañera. La heladera también. Había gente que me traía a mi casa bolsas con comida, y de eso no me olvido más, porque fue durante el kirchnerismo que decidí apostar todo a esto, toda mi vida, todo mi tiempo, toda mi pasión, todo mi nervio, todos mis sueños y todos mis despertares. Literalmente, otra vez. Ahora gano siete mil pesos y medio. No es un sueldo altísimo, pero sé que es mejor que el de muchísimos y muchísimas en este país. Mi cargo es Asesor Conceptual de Eventos, para Jefatura de Gabinete, y sé que puede sonar a sarasa total pero no lo es: hago eventos, desde el planeamiento estratégico y político, pasando por la estética hasta llegar a su consumación final. Pueden ser charlas, conciertos, muestras y cosas que tienen siempre que ver con la cuestión cultural. También relacionadas a la comunicación, y eso, es muy parecido a hacer publicidad, pero en lugar de vender un desodorante, trato de contarle a todo el mundo qué es lo que yo creo que es mejor para todos y todas, y todos y todas los y las que van a nacer mañana.
Te digo todo esto para que no me digas que hablo porque me pagan: así no trabajara para el Estado, haría lo mismo que hago ahora, pelearía por lo mismo y militaría igual.
Esto no es para todo el mundo. Esto de militar. Esto de tratar de hacer las cosas. Esto de morirse todos los días por ver que no llegás a nada. Seguiría dando la vida por un Gobierno que me dice que la Patria es el Otro, tratando de contarle a todo el mundo un sentimiento muy fuerte, muy intenso, que consiste en comprender que si el de al lado mío está bien, yo voy a estar mejor. Porque eso pasa de sentimiento, a realidad.
Y esto es, en verdad, el peronismo.
El peronismo es uno sólo y no es un adjetivo. El peronismo es un modo de vivir, y por más que Menem te haya dicho que era peronista, Menem trabajaba por y para Estados Unidos y las empresas de allá.
Este gobierno, este movimiento suramericano en verdad, el kirchnerismo, es el que le dijo que no a Estados Unidos cuando quiso hacer un tratado de libre comercio, que era que cualquiera pueda ofertar cualquier cosa en toda América: si eso pasaba, la oferta de los países más poderosos nos iban a romper al medio e íbamos a perder todo.
Pero Néstor, Chávez, Lula, todos se pararon de manos.
Esa, querido compañero de vida, es una gran diferencia con el tipo que vino ahora a decirte que es como el kirchnerismo pero bueno, blanco y humilde: Massa, ese que dice que no pelea, que es sanito y que quiere trabajar con vos, hablaba todo el tiempo con la Embajada de Estados Unidos cuando era Jefe de Gabinete de este gobierno. Le contaba cosas que él creía malas de este gobierno, como si Estados Unidos fuera la policía del mundo. Eso no es traicionar a tu jefe. Eso es traicionar a la gente. Y no es que a Estados Unidos le denunciaba que alguien robaba, eh. No. Les contaba cosas de cómo funciona este país, de qué queríamos hacer y qué terminamos haciendo.

A mí también, te cuento, me enoja cuando veo cosas horribles. A mí no me gusta el Papa, y mucha gente se enojó dentro del kirchnerismo conmigo. Pero igual no me gusta. A mí no me gusta que ningún funcionario gane cuarenta lucas al mes, me parece obsceno y horrible. Y lo que ganan eso son todos los funcionarios de todos los partidos políticos, no solamente nosotros. Tampoco me gusta que en la esquina de mi casa haya un pozo, que se inunden los lugares que se inundan, sean en Belgrano o en la palangana, en La Matanza. Me da asco que todo eso pase. No me gusta ni de lejos la idea de bajar la edad de imputabilidad y también me da mucha bronca cuando la guita se gasta en cosas que podrían hacerse con menos guita. Tampoco me gusta que el Jefe del Ejército sea un tipo que al menos desde lejos, estuvo durante el Proceso. No me gusta y me resulta injustificable.
¿Y sabés qué? Yo digo esto, aun laburando en Jefatura de Gabinete, y sé concretamente que nadie me va ni a apretar las bolas, ni a echar, ni a decir nada de nada, porque en este país, cualquiera puede decir cualquier cosa, cualquiera puede ofender, difamar, mentir, decir las cosas más absurdas, también lo bueno y la libertad es tal, que nadie toma represalias. NUNCA. A mí jamás me dijo nadie que diga algo que no quiero decir. Jamás. Y todo lo que digo acá, sobre las cosas que no me gustan, las digo en cualquier lado, las digo en el momento oportuno, las digo a veces con malas palabras, y a veces me arrepiento del tono pero nunca de lo que digo.
Y lo que digo que me gusta no lo digo porque alguien me pague por decirlo.
Pero esto también es democracia.
Y esta democracia está fuertísima, porque hay un gobierno que teniendo a gran parte del poder económico en contra, trabajó, hizo fuerza y supo que el pueblo, en su enorme mayoría, elegía seguir haciendo como lo hacemos todos los días.
Quiero decirte, nada más y nada menos, querida amiga, querido amigo, que yo soy el kirchnerismo.
Yo, que soy un pibe normal, o ya no tan pibe.
Yo, que miro las películas que vos mirás.
Yo, que escucho las bandas que a vos te gustan.
Yo, que trabajo, milito y vivo para vos y para todo el mundo: los que nos quieren y los que no nos quieren.
Yo, que soy igual a un montón que nos votan y a otro montón que no nos votan.
¿Por qué te creés que soy kirchnerista? ¿Estoy loco?

Te pido que me des pelota, nada más.
Preguntame lo que quieras y tené en cuenta que si te pido que vuelvas a elegir a este gobierno, es por algo.
Estoy de tu lado.
Y yo me muero porque todos estemos mejor, durante muchos años más.


* NOTA DEL EDITOR DE UN LARGO:


Este es un texto que Hank Soriano me dio a leer la otra noche y le pedí para publicarlo en este blog. Fue originalmente publicado acá

Me interesa no porque suscriba cada palabra que dice. No hace falta estar de acuerdo en todo. Lo que me interesa en realidad es su decisión de mostrar desde dónde habla, cómo milita, para qué vive y de qué vive. El valor está en darle carnadura a la posición militante. Porque se habla demasiado de militancia hoy en día y muchas veces se usa la palabra como si todos entendieran lo mismo. Y para colmo hay un intento, desde la derecha y también desde esa posición desclasada del resentimiento, el reviente y el lumpenaje burgués, de demonizar la militancia, de connotarla de las peores cosas que se puedan atribuir a una vida. Desde los programas de televisión cualunquistas y desde blogs arrepentidos o chantajistas y desde los call centers hay un intento de burlarse de la militancia, de ridiculizarla, de asociarla a la violencia, la corrupción, la irreflexión, la impostura o la obsecuencia.

Está clarísimo que lo que más molesta del kirchnerismo no son las cosas que se hacen más o menos mal, o que Cristina hable mucho, o que tenga mucho dinero o que tenga un tono de directora de escuela al hablar. La revulsión que el kirchnerismo despierta no se basa en sus límites, sus componentes criticables, su reformismo tímido o su tendencia a achancharse: límites, cosas criticables y achanchamiento han tenido todos los gobiernos. Lo insoportable del kirchnerismo, como época, como marca, como recuperación, no son sus limites sino su proyección: es la militancia.

El kirchnerismo no inventó la militancia pero la recuperó para la época. La noción de que hay tareas que se comparten, peleas que dar, ideas por las que apasionarse, la certeza de que si no hacés política alguien hace tu política, es decir: te la arrebata. Hay tipos que no soportan tener que asumir su posición política, que quisieran despertarse un día y ver que la vuelta de la militancia fue un mal sueño y que en realidad cada uno está en su pequeña vidita de consumos y su melacolía cómoda y su egoísmo obstinado y paranoico. Hay tipos y tipas que no soportan que en este momento haya grupos que se juntan a militar;  desean que la militancia vuelva a salir de la escena, que se recluya en un costado enojado e irrelevante, que pretenda todo y haga nada. Si la militancia renunciara a llegar al poder y volviera a ser una posición sencilla y testimonial, estos tipos reventados suspirarían aliviados.

Lo bueno del texto de Hank es que muestra con franqueza dónde está: quién es, quién era, qué pretende ser, cuánto le falta. No la "idea" de la militancia, sino la práctica cotidiana de un militante. Alguien que no necesita idealizar el proyecto que apoya, que es capaz de contarle los huesos a ese perro flaco. Que se da cuenta de que en el kirchnerismo hay problemas pero no usa eso como excusa para apartarse o hacer una mueca de cancherismo.

Se da cuenta de que hay problemas y eso lo lleva a implicarse, a meterse en lugares más incómodos. Ese anhelo de incomodidad es una grieta por donde la luz entra.



Y mientras la grieta exista no habrá descanso ni calma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario