por Pablo Navas
mar del plata,
la jodida mar del plata
con sus bicicleterías de bicicletas pinchadas
unos lobos malolientes y duros
con mal aliento que repelen
la belle epoque
aguanta
dero.
mar del plata no tiene nada, lo que tiene son tres canales
y en cada uno, un noticiero
lagrasta
-sin chistes por favor-
sus voceros
se le llaman comunicadores
un diario
un panfleto
un rey cuatro bufones
los colectivos: tierra y plantitas
bostezos largos
aburridos
un reloj en la municipalidad,
no hay que creerle al Estado cuando da la hora
igual el reloj está parado
o la hora es la equivocada
o es que acá la vida se detuvo.
carteles de neón
dos terminales
un solo rey cuatro bufones
tintorerías frente a estaciones de servicio;
verdulerías nunca venden palta.
tiene mar, es cierto
pero ese mar está acabado
y a mí
por mi parte
es decir yo
quien dice
que digo
la naturaleza no me dice nada
y a mis amigos tampoco.
no sabemos llegar a la biblioteca
ni a los cuatro climas
ni a la nieve que hubo.
mar del plata bien jodida,
en los bares: la música de los remisseros
y en los remis— es la voz de un remissero que en un rato se la va a poner
contra la loma
de burro
o de colón
que habrá descubierto América
pero no descubrió esta perla, humeante, descascarada
lluviosa, pésima: mar del plata.
dos cafés
medio diario
dos viejitos peleándose por ese diario
en el diario se pelean otros dos de cara pixelada, de tinta corrida,
de nadie lee.
la única condición- no mover el culo o tener prendido el gas butano,
porque un conocido se puede encontrar cualquiera:
en la fonte
en el ascensor
en la puerta
en la cocina
en la cama
en el inodoro
en el cepillo.
por eso conviene,
desde acá sugerimos,
con precaución y en uso pleno de las facultades
con cuidado
y prefiriendo
que
conviene
quedarse
tras la reja
con alarma
el televisor prendido
la bata, las pantuflas
porque afuera
un FFFFRRRIIOOOOO.
y quedando desorbitado
en la rotonda
les transmito
les cuento
una aldea
este precipicio
la doble fila
nada que romantizar
del pulso helado
de la fase abierta
entonces pareciera
que se van chocando
marcha atrás
en una calle desierta
donde no hay arena
y donde en la arena no hay camellos
y a veces hay tormentas.
todos los años se celebra el día aldeano de la nevada
y todos se reúnen a contar '¿donde estuvo usted en la nevada?’
toman chocolate caliente, se ponen guantes y agarran la taza con las dos manos, soplan el chocolate, sale humito, 14 grados
hace.
las frecuencias
no son lo suyo
ni en el transporte
ni en la felicidad.
entonces percibe alguien
la ola turística
una tía dijo:
‘los turistas son como las olas: vienen, rompen y se van’. igual ella se fue, no se si a europa, a calamuchita o a la plata.
pero es, que
¿me entiende?
uno escucha esa frase a los 8 - 10 años
y entiende- no entiende, que no hay nada que se odie más, en este orden:
las rabas
el turista
el pobre
el cornalito: al que hay que comerle la cabeza, los ojitos, su crocantez, mientras pega el sol
en los anteojos, y de ahí rebota al torreón, y a todo esto el cornalito:
ni tan chicloso, pero salado
y el limón, uno lo traga, pero no es difícil.
¿quién viene al mundo con un manual?
la apuesta en otro lado,
el odio: más acá.
algunos más amigos: de la costita- de los amigos- esos mates 'salen/ esos/ mates/ en/ la/ costa' se pregunta la ratera
le contesta su noviecito;
y se tiran en una loma de pasto cortado militar.
y miran que hay perros quietos
indigentes tapados con hojas de palmera
tarritos de jugo baggio con sorbete, tamaño chico
y que se ocupe otro.
lento, lento, lento, lento, lento
las condiciones del stress, el miedo, mar del plata tiene un solo horario: 11 de la mañana,
el cielo violáceo, la mentira fenicia de un sweater polvoriento.
la condena de buscar un kiosko, de querer leer en voz alta,
de esperar que pase alguien que le importe esto y lo otro.
la falsedad de todo acá nomás
de la sierra maldita, corta
y un centro no querido, donde hacen filas los bancarios,
los violinistas
las que se toman la presión y les explota la cabeza.
la tapada con saquito
el tapado de bufanda,
¡vergüenza les tendría que dar!
andar tapados
tiritando, entrando al auto, cerrando ahora
cruzando de vereda, comiendo la medialunita
'acá son ricas por el agua',
acá toman medialunas
de día o de noche
es lo mismo.
sea frente al museo, en la choripanería, en la desconsolada casa de chalecos,
en las universidades de los hijos
en la revista, ya sabés de qué te hablo.
‘te vi en el 8 el otro día’
la casualidad:
impostación pura y dura,
como el alfajorcito vencido que te dieron en el micro
te lo comiste
te ensució la boca,
lo dejaste a la mitad
mientras veías un cartel
todo verde
y de neón.
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