domingo, 7 de enero de 2018

Campos de batalla

Cándido López, los campos de batalla online, el documental de José Luis García sobre el pintor de la guerra infame



Batalla de Tuyutí, Cándido López, óleo sobre tela, entre 1873 y 1885

por Carmen Cuervo

La guerra del Paraguay, Cándido López y el documental de José Luis García

Cuánto habrá en nuestros actos de decisión voluntaria y cuánto de destino que arrastra. Ahora mismo me pregunto cuánto queda de mí en estos comentarios y cuánto de una fuerza que me lleva más allá de mí. Lo mismo les sucedió a los protagonistas de la historia que voy a contar.

Mucho tiempo después de que hubiera terminado, Cándido López pintó la guerra del Paraguay. Sus obras retratan las acciones desde 1865 hasta la batalla de Curupayti, momento en el que el pintor fue herido y se le amputó un brazo. Él tampoco sabía las razones por las que se había involucrado.



Fotograma del film de José Luis García

La gran guerra (1864–1870) fue un enfrentamiento militar de la Triple Alianza —una coalición formada por Brasil, Uruguay y Argentina— contra el Paraguay. La coalición estaba apoyada por el Imperio británico. Mientras que Paraguay era gobernado por el mariscal Solano López, que tenía una política de independencia económica y aspiraba a tener influencia respecto de los asuntos de América del Sud. 

En 2005, José Luis García realiza el documental Cándido López, los campos de batalla. El director se obsesiona con la búsqueda de los lugares exactos que aparecen en la obra del pintor, para observarlos desde el mismo punto de vista en que se ubicó López, pero luego no puede evitar continuar el viaje hasta el lugar donde termina la guerra.

Después de la Batalla de Curupaytí, Cándido López, 1893

Sabiendo que es imposible, ahora intento escribir unas palabras sobre estas tres cosas a la vez: la guerra, el pintor y la película.

José Luis García se encuentra casualmente con el nieto del pintor en una librería y ahí nace el viaje que lo lleva desde Buenos Aires hasta Cerro Corá en Paraguay, donde había finalizado la guerra. En ese largo recorrido aparecen frente a la cámara los cuadros del pintor ; los paisajes que él pintó tal como se ven hoy, pero también el nieto de Cándido López dando su testimonio y los descendientes de combatientes paraguayos contando sus penurias. La cámara se encuentra con el paradójico relato de un ciego que intenta ubicar los lugares precisos en que estuvieron los campos de batalla. Frente a la mirada del espectador aparecen esos paisajes todavía agrestes, abandonados o detenidos en el tiempo. Vemos objetos y construcciones de la época: los restos de las balas que fueron disparadas en la guerra o las ruinas de los bustos de sus héroes. Se suman otros testimonios: la voz de un arqueólogo inglés especialista en batallas que trabaja para la televisión de su país, un científico engreído y versero. También podemos ver el testimonio de Sian Rees, una novelista inglesa que escribió un libro exitoso sobre Eliza Lynch,la mujer irlandesa que vino al Paraguay y se convirtió en la madre de cuatro de los hijos de Solano López. Rees cuestiona el intento de Solano López de hacer del Paraguay una nación sin deuda externa, económicamente independiente, como si esto fuera un proyecto irrazonable y premoderno. Vemos mapas, planos originales, libros, leyendas, fotos de la familia del Mariscal López. Aparece el entonces (2005) director del Museo Histórico Nacional, que hace un interpretación inverosímil del tema. Podemos intentar una reconstrucción de la guerra, pero hay contrapuntos y contradicciones. ¿Qué es ser paraguayo? ¿Qué es ser británico? ¿Hasta qué punto los correntinos son más argentinos que paraguayos? ¿Qué sienten los brasileños? ¿Qué papel jugaron los argentinos en esa guerra infame promovida por una potencia colonial que destruyó a una nación soberana? En ese momento y ahora. Difícil saberlo.

El 2 de junio de 1865, Cándido Lóezse embarca con su batallón aguas arriba. En su diario personal anota los campamentos en los que se van instalando: Guardias Nacionales de San Nicolás, Uruguayana, Paso de los Libres, Fray Bentos, Ensenadita. Participa de las batallas de Yatay, Tuyutí y Curupaytí. En este recorrido va haciendo bocetos. El 22 de septiembre de 1866, al cruzar una zanja, un casco de granada le despedaza la mano derecha. Solo después de abandonar la guerra y volver a Morón, basándose en los bocetos, pinta sus veintinueve óleos.



Detalle

Los cuadros sobre la batalla de Curupaytí muestran las filas de árboles de altos troncos y copas redondas, árboles 50 veces más altos que cualquier hombre y, en el fondo, el cielo, el río y un campamento con montones de pequeños soldados, casi azules y casi invisibles. Una multitud de escenas simultáneas. En las trincheras de Curupaytí dos ejércitos se apuestan frente a frente. El cañón paraguayo escupe su fuego rojo, los aliados huyen en estampida, se ven cañonazos rojos y humo blanco Y en un tronco, sentado y herido, el pintor.

Un fragmento del oleo de la Batalla de Tuyutí, librada el 24 de mayo de 1866, muestra a la mayoría de los soldados paraguayos ya muertos, con sus uniformes rojos. Hay manchas rojas sobre la tierra, se ven pequeños siluetas  atravesadas por lanzas, minúsculas banderas paraguayas con franjas rojas, anaranjado el fuego de explosiones y humo blanco. Algunas miniaturas de caballos desbocados, otros muertos, y enorme la tierra y enorme, el río, el agua que se llevará la sangre y la convertirá en enfermedad mortal. El humo se confunde con el cielo gigante y oculta el fantasma del enemigo.

En otro óleo, o quizás en el mismo, aparece la flota del Imperio brasileño. Sobre el río, un grupo de diminutos buques rodeados de la inmensidad del agua.Y con su artillería dibuja en el enorme cielo un espectáculo de fuegos artificiales.

Detalle

Los cuadros de Cándido López, belleza y horror

Se ha señalado que el pintor hizo distintos usos de sus croquis: los repite con fidelidad o varía la altura de la línea del horizonte o el espacio abarcado. En ocasiones, el boceto se limita al paisaje y los personajes recién aparecen en la pintura. Pinta desde la memoria y la imaginación. Hay una deformación del color y las proporciones. Muestra numerosas escenas al mismo tiempo, desde arriba, con una visión de gran angular, en vez de la pobre y limitada visión humana. Hay cierto gigantismo en la mirada de la naturaleza. Por el contrario, los hombres son miniaturas. Hasta la batalla de Curupayty, aliados y paraguayos se habían repartido victorias y derrotas. Después, gracias al apoyo económico de Gran Bretaña, los aliados aniquilan sin piedad a los paraguayos, matando literalmente a todos sus hombres, robando sus bienes y sus tierras. Las mujeres y los niños paraguayos tienen que participar en la guerra. Vencido en Tuyutí, el Mariscal López abandona Asunción con lo que le queda, simulan fiestas con música en la noche para escapar del enemigo. Antes, entierran los tesoros que otros buscarán eternamente, hasta hoy. 

Sin soldados, proyectiles ni alimentos, los paraguayos son una caravana de fantasmas. Se retiran rumbo a Cerro Porá, con los restos de un ejército y la muchedumbre que los seguía, eluden a sus perseguidores durante seis meses. Solano López se interna más y más profundamente  en el desierto, por  pantanos y selvas donde nadie antes había pisado. Estas escenas no fueron pintadas por Cándido López. A través del rugido de los cañones en Humaitá, el retiro en la Palúdica, la derrota en Itá-Ybate, los últimos días en Piribebuy, una marcha penosa hacia un final trágico, dejando a su paso los cuerpos de sus seguidores muertos de hambre y de los restos mortales de los presuntos traidores. 

Eliza Alicia Lynch, la esposa del Mariscal, siguió con el hombre que amaba, fue hasta Cerro Corá, esperando contra toda esperanza, con sus cinco hijos. Junto a hombres dispuestos a morir antes de ser sojuzgados. A través interminables caminos, en medio de los bosques, sobre las altas cordilleras, se los veía avanzando en silencio.  El Mariscal Francisco Solano López, el caudillo paraguayo, terminó lacerado por un oficial brasileño un día de marzo de 1870.

El documentalista José Luis García dijo que conoció el tema de esa guerra de niño, cuando su padre repudiaba que le hubieran puesto el nombre Mariscal Solano López a la calle donde ellos vivía en Buenos Aires. Yo supe de la guerra cuando un compañero paraguayo que estudiaba conmigo en la Universidad de Buenos Aires y era mi amigo me dijo que odiaba a los argentinos por aquel suceso. De una u otra forma, todos nos enfrentamos a los campos de batalla y quedamos comprometidos.


***



 Dice José Luis García, director de Cándido López, los campos de batalla:

"Quería buscar el punto de vista exacto desde el cual había bocetado Cándido López. Tenía una curiosidad como fotógrafo, López era un personaje que siempre me había resultado atractivo, desde que visitabamos el Museo de Bellas Artes con mi madre y veía esos cuadros que parecían dibujitos animados. De hecho, analizando su obra casi todos los cuadros que hace sobre Curupayti son protocinemátográficos. Tienen un relato de plano y contraplano, de detalles. Cándido López de alguna manera es un habitante de limbos, quedó enganchado cuando perdió el brazo en Curupayti en el limbo de la guerra, siguió hasta su muerte pintando los cuadros de esa guerra.  Al ser Brasil y Argentina aliados de la potencia colonial británica, Paraguay tiene un contexto geopolítico trágico. Argentina y Brasil no querían precisamente industrializarse, sino comerciar las cosas que llegaban de Inglaterra. Paraguay sí quería tener un desarrollo".




"Sarmiento dice que la guerra contra el Paraguay concluye por la sencilla razón de que matamos a todos los paraguayos mayores de 10 años. Sarmiento es el presidente en Argentina cuando termina la guerra en 1872, cuando matan al mariscal Francisco Solano López y hace esa declaración muy dramática y muy cierta. Fue la primera guerra contemporánea, en el sentido de que hubo participación civil y fue más allá de los campos de batalla. Hasta la mitad había sido una guerra clásica, donde un ejército peleaba en el campo de batalla contra el otro, pero después fue una guerra de exterminio. La población del Paraguay quedó absolutamente diezmada. Cuando Brasil entra en el Paraguay, al final de la guerra, lo primero que hace es destruir el alto horno donde los paraguayos hacían palas y ventanas. Los brasileños no tenían un alto horno y lo primero que hacen es destruirlo, podían haberlo aprovechado para hacer cosas para ellos, pero no era lo que les interesara. El gaucho argentino se vestía de la cabeza a los pies con ropa que venía de Inglaterra, hecha con el cuero argentino, mientras el soldado paraguayo se vestía integramente con ropa confeccionada en Paraguay. Eran dos modelos económicos en pugna. Pero está claro por qué se estaba peleando, no porque Solano López fuera un dictador. Fue el bautismo de fuego del Ejército Argentino, había tropas de todas las provincias que tenían que integrarlo por ley".

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